Visión Universal
Por: Luis Mendoza Sierra
La CEPAL, organismo multilateral que goza de la más acreditada y prestigiosa credibilidad, ha dicho que el departamento del Cesar, en la ‘última década ascendió en el escalafón nacional de competitividad, pasando en el índice global de BAJO a MEDIO BAJO, ciertamente poco, pero muchísimo.
El resultado es una extraordinaria razón para alegrarnos como para aprovecharla en función del mejoramiento del clima de negocios en la región, reitero, muy a pesar de las contradicciones entre el avance reportado por el estudio y la realidad en el terreno. Contrastar los dos escenarios encamina al más incauto observador hacia una paradoja, cercana a las de la comedia mexicana: es como subir bajando y ganar perdiendo, diría Chespirito.
Y es que algunas de las razones, factores como se llaman, que provocaron ese pequeño paso, desconciertan. La región, por tanto, debe ponerse al frente de un proceso de análisis y discusión para fotografiar muy bien la realidad y estimular las fortalezas, atacando al tiempo las debilidades.
El sabor agridulce de este paso en competitividad radica, a mi juicio, en aspectos como el incremento de la participación del PIB en la nación. Creo que este ascenso tiene nombre propio: carbón. Todos sabemos que dejó colgado hace rato al sector agropecuario. Igualmente, ha impactado las exportaciones, tanto que somos prácticamente mono exportadores, ha mejorado la tasa de desocupación, mejor dicho, “nuestro redentor”.
Si desagregamos el indicador global en los factores que definen la competitividad regional, encontramos que el ambiental es una dimensión absolutamente crítica. El Cesar es COLERO INFERIOR, categoría que se repite en el factor Ciencia y Tecnología.
El factor Recurso Humano ha sido otra de las grandes locomotoras del ascenso del Cesar, pero si cruzamos el reporte del informe de la CEPAL con lo que se percibe en la región, dudo de que sean directamente proporcionales. Este factor está determinado por indicadores como cobertura de primaria y secundaria, cobertura de salud, violencia intrafamiliar, tasa de homicidios, secuestros, delitos contra la formación sexual, actitudes y valores, etc.
Pensemos, por ahora, en Valledupar, la capital, en donde vive más de la mitad de la población cesarense. El desempleo, la violencia, el caos de la movilidad y la horrorosa inseguridad, hacen trizas cualquier intento de construir un indicador favorable. Si cruzamos este ambiente con lo que se percibe en las poblaciones asentadas en la región carbonífera, en donde ya no solamente existe un aplastante desempleo, sino profundas deficiencias en servicios públicos como agua potable, energía y alcantarillado, y deplorables falencias en educación y salud, nos aleja de la posibilidad de conquistar avances ni en competitividad ni en nada.
Esa cruda realidad que supera la ficción, no ha sido suficiente. La CEPAL ha concluido, cómo no creerle, que hemos avanzado mínimamente en competitividad y, precisamente, factores como Recurso Humano, es de los responsables de este gran paso.
La región, sus estamentos, líderes empresariales, y de los sectores público y académico, no podemos permitir que este momento pase inadvertido. Esta es una coyuntura para revisar lo que estamos haciendo y lo que seguirá en adelante. Ciertamente desconcierta leer en el informe de la CEPAL: “Tenemos bajo desempeño competitivo con Sucre, Córdoba y Magdalena. Hay poco tránsito y cuando los hay son pausados y en muchos casos son difíciles de sostener…”
Pero emociona leer, a renglón seguido: “Cesar: Único departamento que consigue ascender del grupo de competitividad y mantener su nuevo nivel. Ganancias en fortaleza de la economía, capital humano y gestión pública”, provocaron ese ascenso.
El tema de la competitividad, muy bien lo expresa el informe, ha ganado espacio y fuerza en la agenda de las preocupaciones prioritarias de quienes son actores claves en el proceso, pero debe convocarnos además a profundizar en ese sentido y continuar avanzando en el diseño de políticas públicas que apunten a resultados concretos en aspectos específicos o complejos del desarrollo. ¡Para mañana es tarde!
SABLAZO: Moraleja: tan graves estábamos que estando mal, como estamos, hemos avanzado.
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