Una vez le escuché decir al presidente de El Salvador, Nayid Bukele, que la única manera de acabar con la bolea de bandidos que había en la Asamblea de su país, era organizando un movimiento político de personas decentes. Dos años después, los salvadoreños habían cambiado el 67 % de los diputados del órgano legislativo y para el 2024, ya habían renovado el 93 % de la Asamblea.
En los Países Bajos pasó algo muy peculiar. En el 2019 un grupo de agricultores que protestaban contra la medida del gobierno de entonces por frenar radicalmente las emisiones de la agricultura decidieron crear el Movimiento Campesino Ciudadano, un partido de centroderecha, que terminó sacando la mayor votación en las elecciones provinciales del 2023. Consiguieron 15 de las 75 curules. Ellos, supieron organizarse y capitalizar la insatisfacción de la población rural y urbana en contra del gobierno y de los congresistas.
En Colombia, estamos en mora de copiar estas iniciativas políticas. Con tantos escándalos de corrupción y mediocridad en el Congreso de la República, los sectores de la producción nacional deberían organizarse e instituir un par de partidos políticos para comenzar a remplazar esa bolea de bandidos por congresistas decentes. Ya es hora que las organizaciones de agricultores y ganaderos, comerciantes, industriales, transportadores y profesionales de la salud, entre otros, sean protagonistas de las soluciones y no víctimas de las absurdas reformas sociales, política y económicas, que se aprueban en el Congreso de la República, a punta de sobornos.
Es una vergüenza nacional lo que acaba de suceder con los congresistas involucrados en los escándalos de sobornos a cambio de sus votos a favor de la autorización de unos empréstitos al ministerio de Hacienda, elección de un magistrado y la aprobación de varias reformas presentadas por gobierno. Como decía Álvaro Gómez Hurtado, estamos ante un “Régimen de pactos, sobornos y complicidades”.
El sector agropecuario, por ejemplo, podría tener su propio partido político. Son tres millones de productores del campo más 9 millones de habitantes en las zonas rurales, que hoy no tienen dolientes en el Congreso de la República. Desde este espacio, invito a las organizaciones agrícolas y pecuarias a instituir el partido político del agro. La idea es presentar una lista cerrada a Senado y listas departamentales cerradas a la Cámara, conformadas por profesionales con experiencia y liderazgo en los territorios (no burócratas capitalinos), escogidos por los sectores ganadero, cafetero, palmero, bananero, arrocero, paperos, fruver, maíz y soya, avícola y de la caña de azúcar entre otros.
Bajo esta organización política podremos tener una gran representación en el Congreso y, sobre todo, en las Comisiones V de Senado y Cámara, para poder derogar normas obsoletas que impiden el crecimiento productivo y la rentabilidad de los agronegocios, aprobar leyes que blinden la seguridad jurídica de los predios rurales, mejoren el acceso al crédito, modernicen los sistemas de control sanitario, fitosanitario, trazabilidad e inocuidad, aumenten los presupuestos de ayudas e incentivos para sacar de la ineficiencia a la agricultura campesina familiar e impulsar los clústeres agroindustriales. No tenemos otra alternativa de sacar al campo del subdesarrollo rural y atraso productivo en que se encuentra.
Por: Indalecio Dangond.