¡Bravo! En un momento en el que varios presidentes latinoamericanos están promoviendo un descarado culto a la personalidad, el presidente de Costa Rica, Luis Guillermo Solís, ha firmado un decreto que prohíbe la exhibición de su retrato en las oficinas públicas, y que ordena no incluir su nombre en las placas inaugurales de obras públicas.
Según el decreto presidencial, las placas de todas las nuevas carreteras, puentes, hospitales y otros edificios públicos inaugurados durante su mandato, que finaliza en el 2018, solo mencionarán el año en que fueron terminados.
“Las obras públicas son del país, y no de un gobierno o funcionario en particular”, dijo Solís después de firmar el decreto. “El culto a la imagen del presidente se acabó, por lo menos durante mi gobierno”.
El ministro de la Presidencia de Costa Rica, Melvin Jiménez, me dijo que la decisión fue parte de la plataforma de la campaña de Solís.
“No hay motivo para poner el nombre del presidente en ninguna obra pública, porque las obras públicas son pagadas por el pueblo de Costa Rica, con sus impuestos”, me dijo Jiménez. “Y no hay motivo para colgar su retrato en las oficinas públicas, porque las decisiones del gobierno no son tomadas por una sola persona, sino con la ayuda de ministros, viceministros y otros funcionarios”.
¡Qué diferencia con lo que estamos viendo en otros países latinoamericanos! En varios países de la región, los presidentes usan buena parte de su tiempo y recursos estatales en campañas de auto-glorificación, en muchos casos para tratar de eternizarse en el poder.
En Venezuela, donde el fallecido presidente Hugo Chávez inició este último ciclo de culto a la personalidad en la región, el actual gobernante Nicolás Maduro está distribuyendo millones de libros escolares que deifican a Chávez y glorifican al propio Maduro.
El gobierno de Maduro está distribuyendo en las escuelas una “Constitución Ilustrada de la República Bolivariana de Venezuela” que incluye ilustraciones de Chávez, con una sonrisa paternal, jugando con niños bajo el título de “Suprema Felicidad”.
Otra ilustración muestra a Chávez como si fuera Dios, mirando desde el cielo mientras un imponente Maduro en la tierra, con la faja presidencial con los colores de la bandera patria, alza la mano en gesto de triunfo. El título de la ilustración dice: “Democracia”.
En Ecuador, el presidente Rafael Correa, cuyo partido procura cambiar la Constitución para permitirle ser reelecto indefinidamente, no solo está censurando las críticas de la prensa sino que exige que los periódicos hablen bien de él.
La Superintendencia de la Información y Comunicación de Ecuador acaba de citar a los diarios El Universo, El Comercio y Hoy a una audiencia por no haber informado sobre el reciente viaje de Correa para recibir un doctorado honoris causa en una universidad chilena. Correa había denunciado en un discurso del 17 de mayo la falta de cobertura periodística de su viaje a Chile.
En Bolivia, el presidente Evo Morales presentó recientemente un libro infantil titulado “Las aventuras de Evito”, que glorifica su infancia. El libro, escrito por la ex jefa de gabinete del presidente, Alejandra Claros Borda, contiene cinco relatos breves —incluyendo “Evito va a la escuela”, “Evito juega al fútbol” y “Evito y el burrito tricolor”— y fue parcialmente distribuido en forma gratuita por el Ministerio de Comunicación.
En Argentina, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner ha bautizado tantas calles, puentes y edificios con el nombre de su difunto esposo, el ex presidente Néstor Kirchner, que el periodista del diario Clarín Leonardo Mindez ha creado un blog llamado “Ponéle Néstor a Todo”.
El blog incluye casi 100 obras públicas que llevan el nombre del difunto presidente, incluyendo la planta nuclear Atucha II, que acaba de ser rebautizada —sí, lo adivinaron— “Presidente Néstor Kirchner”. Además, el gobierno ha gastado más en propaganda kirchnerista durante partidos de fútbol en televisión que lo gastado en salud o en educación, según líderes de oposición.
Mi opinión: Costa Rica le ha metido un gol al culto a la personalidad en Latinoamérica. Tal como bien dijo el presidente costarricense, las obras públicas se financian con dinero de los contribuyentes, que encargan a sus presidentes la administración y ejecución de las obras.
Es hora de terminar con el absurdo culto a la personalidad promovido por los presidentes de Venezuela, Ecuador y Bolivia, entre otros. No se trata de una mera picardía de algunos presidentes tropicales que se han mareado con el alza de los precios mundiales de las materias primas, sino de un malgasto masivo de fondos públicos y una intoxicación ideológica de muchas mentes.
Algún día, esos presidentes deberán rendir cuentas por cada centavo del erario público que usaron para ensalzar su propia imagen. Mientras tanto, hay que ¡aplaudir a Costa Rica!
Por ANDRÉS OPPENHEIMER
AOPPENHEIMER@ELNUEVOHERALD.COM