Después de escuchar el discurso del senador del Centro Democrático Ernesto Macías, en la posesión de Duque, quedó la sensación de que Colombia es un Estado fallido, al borde de la quiebra. Se ambientaba desde ese momento la reforma tributaria (Ley de Financiamiento) la cual, en honor a la verdad, fue muy poco debatida, y prácticamente lo que hizo el Congreso, fue extenderle un cheque en blanco al recién elegido presidente Duque.
Todavía sin asimilar del todo, los efectos que para la gran mayoría de los colombianos tiene la Ley de Financiamiento, que entró en vigencia el primero de enero, de este año, con un recaudo esperado de 7.5 billones de pesos, y que afecta sectores como el de las bebidas azucaradas y cerveza, tiquetes aéreos, venta de inmuebles etcétera, y donde milagrosamente se exceptuaron de ser gravados, los artículos de la canasta familiar, tales como la panela, el arroz y la papa. El gobierno, con Carrasquilla a la cabeza anuncia desde ya, la reforma pensional, siendo obsecuente con lo “sugerido” por el Fondo Monetario Internacional, (Léase, ordenó, al presidente Duque) tramitar con carácter urgente, la reforma pensional integral, para supuestamente mejorar la cobertura y la proporcionalidad, en la que se promete no tocar el tema de la edad, y cuyo objetivo, al menos en teoría, es lograr una mejor redistribución.
Empero, el sector de pensionados en este país es fiel reflejo de las grandes desigualdades socioeconómicas existentes, pues solo un 25% de los pensionados percibe asignaciones por encima de 30 salarios mínimos legales, en tanto que el 75% percibe asignaciones irrisorias. Sin mencionar que en Colombia, el trabajo formal es una especie en vías de extinción, en la que el desbordado clientelismo ha llevado al propio Estado a la creación de empleos no formales, dándoles la apariencia de contratos laborales, a través de las llamadas Ordenes de Prestación de Servicios, o personal Supernumerario, como forma de complacer al electorado.
Estamos pues frente a un gobierno alcabalero, que se ha propuesto por todos los medios, desangrar aún más la clase media, para seguir favoreciendo a los sectores privilegiados de la sociedad. En ese orden de ideas, no es de extrañar, que la diezmada popularidad de Duque, siga en picada, quedando la sensación ya generalizada, de haberle quedado grande gobernar a Colombia, y para muestra un botón, más de 20 días tuvieron que pasar, para que Duque se sentara a dialogar con la minga indígena, y llegara a un nuevo acuerdo, tardío, porque el sector productivo se vio gravemente afectado. Ello habla a las claras de la frivolidad del presidente que tenemos.
Nota de Cierre: El Hogar de Paso en Valledupar, no está funcionando desde hace marras, y parece que el alcalde, solo se interesa en la inauguración de la nueva plaza Alfonso López ¡Que horror! darioarregoces@hotmail.com