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Un gigante desapercibido (hasta ahora)

El mundo está ante un punto de inflexión y no se ha dado cuenta. Hay erupciones de pensamiento en todas las latitudes advirtiendo los grandes cambios a corto plazo. La inteligencia artificial (en adelante IA) de libre código, y aquella de código protegido, está cambiando lenta y paulatinamente la forma como se genera y transmite el conocimiento. Se corre el riesgo de volver al ser humano más dependiente de ella, volviendo inexorable e incuestionable sus programados resultados y sintaxis lógicas por encima de los postulados, reflexiones y silogismos que se generan de las relaciones interpersonales reales. 

En un mundo hyperglobalizado donde herramientas aceleradas provocan cambios imperceptibles a cada minuto, el conocimiento adquirido de la forma tradicional queda inoperante frente a la evolución disruptiva de nuevas interacciones humano-tecnológicas. Incluso, la definición de conceptos, necesarios para la comunicación humana, queda un paso atrás. 

Por citar un ejemplo, mucho se usa el concepto de recursos naturales cuando hay un término más integral y funcional como es el de bienes y servicios ecosistémicos. No obstante, muchos textos y esquemas de enseñanza siguen empleando el término antiguo. Utilizar conceptos pseudobsoletos puede estancar la forma de cómo la sociedad percibe las nuevas realidades, no operativizándolas ni incorporándolas en su accionar diario. Y este es solo un trivial ejemplo.

Gran parte de quienes han utilizado ChatGPT, se asombran. Otros pocos ven una señal de alarma. Un buscador personalizado que cada día “aprende” interactuando con cada ser humano en el mundo es una caja de Pandora que no está abierta del todo. Evitar que se abra es prácticamente imposible, pero prepararnos es nuestra responsabilidad ineludible. 

En el campo laboral peligran cargos auxiliares administrativos, contables, de atención al cliente, de call center, y de procesos rutinarios. Samsung, por ejemplo, anunció que incorporará voz a la IA para procesos de contestar llamadas. Imagina las posibilidades de esta pequeña funcionalidad añadida. No solamente es capaz de administrar y ejecutar tareas repetitivas sino actividades más complejas que involucran la toma de decisiones, amenazando cargos no tan operativos en la pirámide jerárquica de las organizaciones.

En adición a lo anterior, entre los riesgos latentes para los adolescentes y jóvenes, incluso adultos, está el hecho de la sobreoferta de entretenimiento. Esto hace que no formen (o practiquen) la conciencia creativa ni la reflexión crítica, afectando su productividad mental. Una persona que no comprenda cómo la IA hoy día lo amenaza desde la óptica de las bases de su formación académica o de su quehacer, e intenta ir más allá, al área de lo netamente humano, puede quedar relegado del establishment en cada territorio, básicamente por economías de escala.

Las futuras generaciones enfrentan muchos peligros, y de la forma cómo ellas los afronten, dependerá la coexistencia del género humano. No es un asunto solo de jóvenes, sino de los adultos responsables que, desde sus posiciones hoy, coadyuven por la construcción sostenible de un futuro mejor, en el territorio que les corresponda. 

Todavía la IA está aprendiendo, tomando por ahora el grueso de las necesidades apremiantes de información y respondiendo a esas necesidades, dando un mayor confort; analizando estadísticamente las búsquedas humanas. Es el momento para incorporar esta herramienta en nuestro diario accionar y dominarla, encontrando sus limitaciones y sus sesgos dirigidos.

Por Erlin David Carpio Vega

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