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Un gesto con los juglares olvidados

Una de las fortalezas más importantes de la música vallenata es su origen netamente popular. Además de ser una música que tiene un alto sincretismo cultural, por la famosa imbricación de la cultura europea, la negra y la indígena, en sus tres instrumentos básicos, como lo reconocen muchos estudiosos del fenómeno cultural que representa esta música, desde la sociología, la antropología, la comunicación; es una música de origen campesino.
En efecto, las obras de personas como Consuelo Araujo Noguera, Ciro Quiroz Otero, Julio Oñate Martínez, Tomás Darío Gutiérrez, entre otros, ratifican ese origen campesino y popular de nuestros cantos, y de allí sus letras y versos sencillos, su poesía y su fuerza narrativa terrígena.
La Fundación del Festival de la Leyenda Vallenata ha hecho una gran labor, sin lugar a dudas, por la expansión de esta música y también por su conservación, paradójicamente. Al principio, cuando nació el Festival Vallenato el principal objetivo era vendérselo al país, promocionarlo, promoverlo como símbolo esencial del nuevo departamento “piloto” de Colombia, como bien lo soñó y lo describió el inolvidable Alfonso López Michelsen.
Importante ha sido, también, la labor de la Fundación para evitar que la comercialización de nuestra música acabe con su autenticidad, tanto desde  el punto de vista melódico y literario; e igualmente en el reconocimiento a ilustres acordeoneros y compositores, como ha sido el caso de Rafael Escalona, Lorenzo Morales, Nicolás Elías “Colacho” Mendoza, Leandro Díaz, entre otros, durante toda su historia.
Es mucho lo que la Fundación ha hecho por nuestra música y por sus autores y cultores, los compositores  y músicos que son la fuente de la misma.
Además, muchos de esos compositores y acordeoneros de las primeras generaciones lograron un gran éxito, desde el punto de vista comercial, y algunos han logrado defenderse en la vida con los recursos generados por la explotación de su producción musical. Y eso es lo justo…
No obstante lo anterior, existe un grupo importante de compositores y acordeoneros, entre otros músicos, que hoy sufren la falta de una seguridad social elemental y viven en la más absoluta pobreza, a pesar de que Valledupar, la Costa y hasta el país, en algunos casos, han cantado y gozado con sus canciones e interpretaciones.
Este diario considera de la mayor importancia la iniciativa planteada en nuestras páginas por el abogado, y colaborador del diario EL PILÓN,  Juan Carlos Castro Arias, en el sentido de iniciar entre muchas instituciones, públicas y privadas, entre ellas la Fundación de Leyenda Vallenata, para cogestionar una serie de actividades que permitan ayudar a estas personas.
Nos referimos, como bien lo resumió Castro Arias, a Chema Martínez, Pachito y Alberto Rada, el gran Chente Munive, Víctor Rivera, Sebastián Sarmiento, Rafael Valencia, Isacc Carrillo, Wicho Sánchez, Armando León Quintero, Alfredo y Juancho Calderón, Fello Ochoa, Adán Montero, Néstor Martínez, entre muchos otros, que hoy requieren de la solidaridad de sus paisanos y de los admiradores de esta música para lograr un mínimo reconocimiento económico y también social y cultural.  Una de esas actividades es promover una fiesta, en desarrollo del mismo Festival, para recaudar recursos para estas personas. Pero también, se podría promover la producción de una serie de trabajos musicales muy autóctonos, para comercializarlos, bajo la coordinación de la Fundación, con el mismo fin.
Además, en algunos casos, estos músicos tienen trabajos inéditos que se pueden perder para siempre, debido a que su producción artística no ha sido grabada y se requiere guardarla para la posteridad, por su calidad y su valor histórico.  En este sentido, sería necesario el apoyo del Ministerio de la Cultura.
Esperamos que esta iniciativa sea bien recibida por los gobiernos seccionales, por la empresa privada, por la Fundación del Festival de la Leyenda Vallenata, y por los cantantes y acordeoneros de mayor éxito en la actualidad, para llevarla a feliz término y tener un gesto de cariño  y solidaridad con estos juglares olvidados que tanto le han aportado a nuestro folclor.

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