Hoy, primer día del mes de abril, sentimos una especial nostalgia por el cambio de los tiempos. Es por todos sabido que las cosas son diferentes. Vemos desde nuestras ventanas la brisa veraniega de estas fechas, pero no hay bulla de acordeones, ni en los patios de las casas, ni en las emisoras, por lo menos no como antes.
Este abril es diferente. Sabemos desde hace más de un mes que el Festival Vallenato, versión 53, homenaje a Jorge Oñate y reconocimiento a Rosendo Romero, se suspendió ante las directivas presidenciales con respecto a la aglomeración de público. Todavía las cosas no tenían el calibre que tienen hoy. Todo parece indicar que esta cuarentena se extenderá y por consiguiente el Festival de los reyes vallenatos, de los cajeros, guacharaqueros, compositores, verseadores, piloneras, se demora en llegar.
Aunque no es la primera vez que el público festivalero, que cada vez es más grande, tiene que esperar la realización de este certamen musical cultural. El Festival Vallenato ya había sido aplazado antes: en 1970 se realizó del 16 al 19 de julio pues coincidió con las elecciones presidenciales. Lo mismo ocurrió en 1974, entonces se aplazó a los días del 16 al 19 de mayo.
Y en la tercera oportunidad una tragedia natural, que conmovió a todo el país, obligó a posponer la fiesta de los acordeones. Ocurrió 1983, luego del terremoto de Popayán, el 31 de marzo de ese año. En esa oportunidad el Festival Vallenato se realizó del 9 al 12 de junio. Julio Rojas fue el rey profesional de ese año; la canción inédita ‘Yo soy el acordeón’, de Julio Díaz, fue la ganadora.
Por supuesto, los reyes vallenatos nos comparten su nostalgia en las redes sociales; los aspirantes entrenan con la esperanza de subirse a la tarima ‘Colacho’ Mendoza del Parque de la Leyenda; saben que el Festival vuelve.
Antes, los ciudadanos, los medios impresos y otros, nos deleitábamos con los avances radiales de la fiesta de acordeones. Y empezábamos a hacer lo propio, darles a nuestros lectores la agenda festivalera, la crónica, el reportaje. Toda esa literatura que gusta, como abrebocas de la fiesta cultural, nos alegra los días.
Pero ahora todo estará aplazado; sin embargo, no renunciaremos a darles la lectura festivalera que encaja perfecto en estos tiempos veraniegos, porque entre otras cosas no ocurre tampoco lo que cantó el maestro Leandro en su canción ‘La primavera’.
“El 22 de marzo entra la primavera, le entra alegría a la tierra, yo adorare a mi canto”. Por estos días lo que hay es una fuerte brisa, el río Guatapurí resentido y las montañas ardiendo.
Dice un festivalero empedernido, cronista de EL PILÓN, Juan Rincon Vanegas: “Que los acordeones se silencien, que los cantos no salgan a pasear para que las voces vallenatas tengan oficio… abril diferente es un pentagrama sin notas”.
Puras ausencias sentimentales por estas fechas.