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Un enredo de democracia

Por Aquilino Cotes Zuleta

Protesta sin acción es algo así como un amor platónico, algo que solo se podría dar en la imaginación torpe de un ser estático, sin sabor ni olor.  

Mis consejeros periodísticos Tío Chiro y Tío Nan no comparten con quienes sostienen que se puede protestar pero sin protestar, menos en un país como el nuestro en donde la corrupción y la politiquería es la base fundamental de una democracia que solo le sirve a unos cuantos, mientras que una inmensa mayoría padece de atropellos, chuzadas, falsos positivos, vejámenes, crímenes e impunidad. 

Este es un país de normas, en donde impera la concentración criminal de la riqueza: “Hecha la ley, hecha la trampa”, así se litiga en nuestro país. Un Juez que condena al roba ollas a 15 años, mientras que aquel que asesinó a una veintena de inocentes le dan 7 años y a la vuelta de tres años le dan la domiciliaria.

El político que se roba al municipio o el erario público disfruta de beneficios jurídicos y rebajas de penas que a la vuelta de 2 años lo dejan en la calle, millonario, si es que antes no prescribe su caso.

Las madres del conflicto armado deambulan por las calles del país clamando justicia, mientras que nuestros congresistas buscan que las pensiones de más de 20 millones mensuales que tenían cerca de 700 excongresistas se les sigan pagando en vez de los 14,7 millones que les pagan ahora. 

Desde finales de julio pasado, cuando comenzaron a recibir su nueva pensión, “la gran mayoría de ellos han pedido al Fondo de Pensiones del Congreso (Fonprecón) que no cumpla el fallo de la Corte Constitucional que ordenó que esas altas jubilaciones del Estado no podían superar los 25 salarios mínimos”, según el periódico El Tiempo.

Hay de todo en nuestro país. Mis consejeros Tío Chiro y Tío Nan no comprenden cómo el Estado está autorizado para invertir en sociedad con un ente privado y, en cambio, no lo puede hacer entre entidades públicas.

Especialmente en educación, porque como dice Nelson Mandela: “La educación es el arma más poderosa que puedes usar para cambiar el mundo”. 

Es aquí donde la democracia aprieta a la mayoría y es muy flexible para la minoría, le da al pueblo garrote para convencerlo de que lo público no es del público, es como una de las tantas frases del gran Cantinflas.

Se vuelve a lo mismo con las mentadas becas de la Gobernación y con el derecho que les asiste a los estudiantes de la Universidad Popular del Cesar de protestar. Sin embargo, surgen voces pidiéndoles a los estudiantes que no protesten protestando. Que protesten sí, pero sin protestar, algo también muy cantinflesco. Hasta la próxima semana.

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