El miércoles asistimos a un evento virtual convocado por la Universidad Nacional, dentro de una serie de foros y conversaciones denominados ‘Convergencia Colombia’, que para esta ocasión se tituló: “El Cesar y la gestión de paz presente y futura”.
Participaron Óscar Daza, de la junta nacional de Fedegán, representa al Cesar y hace parte de la plataforma de ‘Diálogos Improbables’.
Andrés Guerra del Colectivo Centro de Memoria del Conflicto, que desarrolla iniciativas con las víctimas ‘cantando quiero decirte’ y ‘música para el alma’ y, Abelardo Caicedo, conocido otrora como el rebelde Solís Almeida, del ETCR de la vereda Tierra Grata, del municipio de Manaure. La moderadora fue Claudia Mosquera, del Laboratorio Socio Territorial del Cesar, un proyecto de la Universidad que ha creado el Instituto de Liderazgo Público. El evento se encuentra disponible en el link https://youtu.be/k2lusaz4TDw recomendamos verlo y escucharlo porque fue una exposición clara y tranquila, de campos distintos de actividad de los participantes, ideología partidista diferente, y trayectorias y saberes diversos y buena moderación. Mosquera fijó un buen marco al diferenciar entre el ‘proceso de paz’ y la ‘gestión de paz’.
La exposición de Guerra mostró la dureza de las víctimas y cómo a partir de un canto del líder de Minas de Iracal, lugar objeto de sangrientas agresiones armadas, José Luis Peralta, se fue generando un espacio de composición de canciones, reflejando el sentimiento de ellas, especialmente de las mujeres. Con una perspectiva cultural de la contribución a la paz y más optimista, concluyó Guerra en canto a la paz al preguntársele si su entendimiento era que se había agravado la situación de violencia respecto a los niveles de la firma de los acuerdos de La Habana y si se estaba entrando en un nuevo período de espiral ascendente de conflicto. Le escuchamos, en contraste con sus interlocutores menos optimistas, que era un proceso irreversible, pero que en medio de esa tendencia al final positiva se iban dando aparentes retrocesos y dificultades, luego superadas.
Daza, contó que participó en una orilla conservadora en el ejercicio de ‘Diálogos Improbables’ de 30 personas que desde posiciones extremas y distantes, de diferente origen y oficios, dirigentes sociales y políticos, indígenas, de mujeres, de víctimas, jóvenes profesionales, periodistas, gestores culturales y ambientales, académicos, y empresarios, acordó en un año un decálogo de principios que explicó, empezando por el primero de ‘la vida es sagrada’, con el que se esperaba movilizar hacia un cambio cultural de convivencia a la población del Cesar, tarea en pausa por la aparición de la pandemia.
Caicedo, con inteligencia, describió la trayectoria del ETCR y de los 160 reincorporados, que, gracias al tesón y a su compromiso con la paz, han ido construyendo un modelo de proyectos productivos, capacitación y cooperación propia y nacional e internacional, y pone sus miras en el programa de vivienda y en obtener tierras para actividades agrícolas. Experiencia y lugar que vale la pena conocer.