El primer debate entre los aspirantes a la alcaldía de Valledupar el pasado 10 de agosto no resultó lo que se esperaba ni para el público ni para los mismos candidatos. Su diseño no fue el mejor, con preguntas, quizás, conductistas, acompañado de barras fundamentalistas de algunos de los aspirantes, que por supuesto no es culpa de los organizadores, es un problema cultural de los asistentes.
Posiblemente aquí se impuso el concepto de buscar “gerentes” que esbozan algunos comunicadores, que no El Pilón, requisito que podría ser válido pero no indispensable, además que no es de ley. Para ser presidente de la República los únicos requisitos son que sea mayor de 30 años y colombiano de nacimiento. Así de sencillo. Si vamos a poner requisitos, pongámoslos para todos los cargos de elección popular.
Lo más importante para un buen gobernante es que conozca los problemas de su territorio electoral, que sepa priorizarlos y cómo resolverlos, que sea transparente, y sobre todo, que no tenga ataduras éticas ni señalamientos. Si bien, en Colombia no existen delitos de sangre, su entorno familiar debe ser analizado con lupa igual que el grupo de amigos que le rodean. Podemos traer un Ph.D de Harvard, un experto de la NASA o un CEO de APPLE, pero si no es honesto, de nada nos servirá. Podría, suceder que a mayor conocimiento, mayor capacidad tiene para hacerle trampas al ente gobernado.
Por otra parte, el conductor del evento dejó mucho que desear. Soy pilonero de base y deseo que el periódico prepare los mejores eventos. El debate no permite a nadie hacer un balance objetivo acerca de la claridad conceptual de los protagonistas ni saber quiénes perdieron o ganaron el debate. Ya algunos periodistas de ciertas campañas, pagados por estas, están clasificando a sus patrones como ganadores; esto no es objetivo, es deshonesto. Estos certámenes deberían hacerse a puerta cerrada.
Otros, desde algunos medios se apegan a frivolidades, por ejemplo, que una candidata “peló el cobre” porque habló de niñas preñadas. Preñez es el término exacto para esto; se preñan las plantas y los animales; no me imagino a un ganadero diciendo que una vaca está embarazada; puros eufemismos, al pan y al vino por sus nombres. Tal vez eso refleje nuestra cultura político-electoral que también podría afectar a los organizadores del evento. Creo que ya se deben estar tomando los correctivos.
Pero, con todo respeto, recomiendo cambiar la mecánica; lo ideal es que a cada candidato se le conceda un espacio para que en forma sintética y clara exponga sus líneas de gobierno, explique el cómo; éste es el que dará la diferencia aunque los problemas sean los mismos; un problema se puede abordar de diferentes maneras, esa es la formulación. Después, sí, que sus homólogos refuten, aclaren o complementen. Todo es perfectible, las preguntas deberían ser bien estructuradas, con tal de darle un valor agregado al debate.
Creo que lo más importante del debate fue la puntualización hecha sobre el origen de la financiación millonaria de algunas campañas, sobre todo, la de Tuto Uhía a quien el auditorio conminó y quien no pudo dar explicaciones razonables y, más bien, perdió el equilibrio; sus rasgos psicosomáticos lo delataron. ¿Podría enfrentar un problema de orden público?