El presidente prolongó la cuarentena. Lo dije en twitter (@rafanietoloaiza): no estoy de acuerdo con la decisión, creo que hace más daño que bien, pone en hombros de los ciudadanos cargas excesivamente gravosas, restringe derechos y libertades de manera injustificada y no tiene sustento en los datos de salud disponibles. Si en la Casa de Nariño tienen información distinta que justifique semejante decisión, no la han hecho pública.
La pandemia ha puesto al presidente en un dilema en el cual no hay solución buena, solo menos mala. En esa encrucijada, Duque ha venido haciéndolo muy bien. Decretó la emergencia de manera oportuna y sus decisiones evitaron que la tasa de contagio del virus se disparara y que el sistema de salud pública colapsara. Por ello los ciudadanos han mejorado muchísimo su calificación del Gobierno.
Las variables relevantes lo demuestran. El dato más importante es el de pacientes covid-19 hospitalizados y en unidades de cuidados intensivos, UCI. El viernes, había 550 hospitalizados y 130 en UCI. Los covid-19 ocupan solo el 2,4 % de las UCI.
Otra cifra: el 21 de abril, el MinSalud afirmó que “inicialmente una persona contagiaba a 2.5, ahora nos acercamos a 1”. Si la tasa de contagio se acerca a 1, la propagación se está controlando. Y en la tasa de mortalidad por 100 mil habitantes estamos aún mejor: en nuestro país es de 0.86 fallecidos, cuando en Bélgica es de 74.6, España 56.3 y en EE.UU., 23.6.
Los contagios seguirán creciendo y el futuro depende de la responsabilidad y disciplina de los ciudadanos en las medidas de higiene y distanciamiento social, y en algunas zonas del país hay que tomar medidas especiales, como ocurre en el Amazonas, por ejemplo. Serán claves la entrega oportuna y suficiente de equipos de protección personal al personal médico y sanitario y su testeo, y el seguimiento a las poblaciones más vulnerables como los miembros de la Fuerza Pública y espacios como supermercados, ancianatos, cárceles y transporte público.
Pero sí, sin duda, la cuarentena sirvió su propósito. Por eso mismo, no parece haber razón suficiente para prolongarla ni un día más.
En efecto, la extensión de las medidas de emergencia solo puede hacerse justificándolo rigurosamente, de manera clara y precisa, con prueba inequívoca de su urgencia y pertinencia y de su proporcionalidad. No puede ser intuitiva o, mucho menos, caprichosa o arbitraria. No puede hacerse “por si acaso”. El ciudadano tiene derecho a conocer exactamente los motivos por los cuales se prolonga el “aislamiento social obligatorio”. Y, debo insistir, el Gobierno no ha justificado esa extensión.
Cumplido el propósito, la suspensión y limitación exorbitante de las libertades ciudadanas no tiene justificación. No se le pueden cercenar caprichosamente la libertad y el derecho al trabajo, vitales para la vida y la dignidad humanas.