Nuestras actuaciones a diario están dirigidas por lo que sentimos, pero solo si y solo si, en las almas y espíritus de los actuantes existen el afecto permanente por lo que nos rodea y el sentido social por las cosas necesarias para la dirección de una vida decente dentro de las normas que se arman para la convivencia en armonía de las comunidades.
Dentro de este entorno se organizan las actividades humanas que terminan bajo el manejo de los más dignos de confianza, que despliegan sentimientos de solidaridad, respeto y vocación por lo que planean y desarrollan.
En este medio, además, se forman las amistades cuando se dan las congruencias en la emisión de conceptos y sentimientos hacia los demás.
Allí nace la amistad, que no es otra cosa que una atracción afectiva movida por sentimientos comunes, que tienen que ver tanto con los valores humanos, que a veces cuando alguno de ellos falla somos capaces de recurrir con mucha facilidad a la enmienda y al perdón reiterativo, logrando siempre la absolución. Aquí está la raíz de la llamada amistad.
No todos pertenecemos a los orígenes de la familia, si no existe esta alianza natural que maneje parte de nuestras emociones.
Un buen hijo será tu familia en la medida en que acepte las direcciones bien concebidas que se muestren, los lazos de afectos con el prójimo, y en la forma en que acate la responsabilidad de la vida con altura y es aquí que cuando una persona no ligada a la sangre muchas veces reemplace a este directo familiar cuando otro rumbo toma y entonces comparamos y decimos: “este amigo es más que un hijo, o este amigo es más que un padre”
La amistad es un valor humano incalculable, cuya medida está dada por la comprensión de los actos y acciones de buena fe, que cuando por razones espontáneas no producen los efectos deseados, somos capaces de aceptar y con paciencia soportar para buscar soluciones permanentes que conduzcan a la razón sin necesidad de estropear la mente del demandado.
La amistad es el valor más comentado a través de narraciones y hechos, poemas y música, pues nos acerca tanto a los actos sublimes que tratamos de enriquecerla y mostrar al mundo real bajo distintas expresiones que dedicamos para resaltarla y distinguirlas de otras.
Cuando expresamos que tenemos buenos amigos es porque hemos encontrado afinidad y semejanza en muchos de nuestros valores practicados y como consecuencia, los buenos consejos abundan por doquier y también porque en una u otra ocasión se nos ha tendido la mano para evitar caídas lamentables. De un buen amigo siempre se esperará de buenos consejos y de buenas prácticas.
Un buen amigo es como una posada en el camino, que por muy corta que sea su estadía, de reposo momentáneo gozarás y en ese pequeño instante aprenderás lecciones eternas.
Búscalos permanentemente que al final se convierten en el elixir de la vida, aunque nunca suplan lo que al final deseamos.
Un buen amigo es como un faro para la embarcación que quiere atracar en el puerto escondido por las neblinas, siempre nos indica el camino.
Un buen amigo es la riqueza más grande que pueda alcanzar el hombre, que por más que la dilapidemos, se resiente, pero no se acaba.