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Un bálsamo en el camino

Yelenis Tapias

En un pueblo llamado Makumake bañado por las cristalinas aguas del rio Guatapurí, había cultivos de limón, mango y plátano.

Las personas madrugaban a trabajar contentos, se caracterizaban por la atención y el buen trato a los forasteros, lo curioso era que la convivencia entre ellos estaba marcada por los crueles prejuicios que opacaba la pureza de sus corazones. En ese lugar vivía un niño llamado Maykool, quien sufría desprecio por parte de sus amigos y vecinos. Al entrar al colegio todos lo burlaban por su condición, lo juzgaban y lo discriminaban.

Él se sentía mal todo el tiempo, y cada hora que pasaba se le apagaban los sueños, notaba que no existía para sus compañeros, pasaba inadvertido en el aula, y hasta sus profesores parecían olvidarlo…Aunque esta situación pareciera sencilla para muchos Maykool solo quería encajar en la sociedad, sin embargo, todo en su mundo se veía gris, después de llorar y llorar por las noches soñaba con llegar a un lugar diferente.

Siempre aspiraba encontrarse en un sitio donde hubiera muchos colores y donde volara libre como el viento…

Todo terminaba al llegar el amanecer y al despertar se encontraba de frente con su despiadada realidad, sonreía porque sabía que ese día sería igual a los demás, sonreía porque sabía que algún día lo lograría… y ahí estaban sus padres apoyándolo y alzando su autoestima, ellos eran los únicos que lo amaban, por tanto, lo aceptaron con su imprecisa humanidad.

Fue así que un día llegó a la escuela, en la clase la maestra le pidió que compartiera su proyecto de vida, los compañeros se describían como doctores, enfermeras, docentes, ingenieros, mecánicos y hasta  diputados, contagiado por la pasión colectiva que embargaba a sus compañeros, también el joven quiso expresar su deseo, al mencionar con vehemencia la profesión elegida se escuchó una sonora carcajada que atrajo furtivamente la llegada del coordinador hasta el salón.  

La tristeza de Maykool lo llevó a refugiarse alrededor de las acérrimas aguas del pozo Kasoko, fue imposible contener el llanto, alucinó con un hermoso sitio de pintoresco paisaje, en su afán de conocerlo inició una caminata que lo atrajo  hasta  un árbol, se acercó cautelosamente y encontró una casa, era como una especie de cueva en una enorme piedra, tocó la puerta y nadie abrió, al entrar encontró muebles de madera y roca, el fuego estaba encendido y en frente una mecedora de mimbre, se sentó y escuchó unas palabras de alguien que  expresaba lo siguiente: _ La vida esta llena de pruebas que llevan al sufrimiento como una forma de entender la sabiduría de Dios, transformando la tristeza en momentos de satisfacción y alegría. En tus manos está el camino que deseas escoger. Vive sin causar daño a otros, y concéntrate en alcanzar tus ideales, y que nada te distraiga en esa búsqueda.

Desde entonces han transcurrido 10 años, y el tiempo se encargó de materializar la profundidad y el valor del mensaje, Maykool es un Psicólogo y en cada paciente que atiende ve reflejada aquellas palabras que  dejaron  huellas imborrables en su mente.

Autor: Yelenis Tapias – I.E. Río Seco

Periodista: