La última vez que hablé con Franklin Martínez Solano fue un día antes de su hospitalización. Nosotros hablábamos seguido, por celular o en nuestras casas, de la Universidad Popular del Cesar, de política local, regional y nacional; también, de nuestro perfil profesional.
En 2016 nos graduamos juntos en la Universidad del Zulia como doctores en Ciencia Política. Fue una fecha única, que hay que vivirla para deleitarla. Fuimos a sustentar juntos –aunque es individual- nuestra tesis doctoral. Como coincidencia planetaria, tuvimos al mismo tutor en la tesis, al doctor Reyber Parra Contreras.
Viajar con él era una gracia monumental. Somos testigos de esos famosos viajes de Valledupar a Maracaibo, cuando cursábamos el doctorado: “Cheto” Rodríguez, Amarilis Llanos, Jesús Zamora, Jesús Márquez, Fernando Fernández, Jairo Guevara y Rosa Ícela Rodríguez, entre otros.
Con Franklin todo era fácil, nunca lo vi malhumorado. Fue un hombre respetuoso y muy centrado, colindó en algún momento con la izquierda política y fue un acérrimo seguidor de Gustavo Petro. Sus hijos y esposa Leslie Johana e hijos convocaron para hoy miércoles a una misa en Valledupar, por el primer aniversario de su fallecimiento en la iglesia Santa María Madre y Reina de la Paz, a las 4 de la tarde.
Franklin, no era un hombre de escondidas, hablaba y actuaba de frente, la palabra era su fuerte y en su carrera como abogado lo catapultó su llegada al poder judicial. Allí consolidó su prestancia como profesional autónomo.
Hoy hace un año falleció, en el momento cumbre de su carrera profesional, era fiscal delegado ante los tribunales del Distrito Judicial de Riohacha.
Franklin Martínez constituyó un símbolo de calidades humanas. Siempre fue una persona emprendedora, comprometida y minuciosa en el cumplimiento de sus tareas. Inteligente y disciplinado para sus labores como investigador. No se equivocó cuando dejó de estudiar enfermería por derecho en la Universidad del Atlántico
Muchos de sus colegas afirman que nunca le tembló la mano para firmar una sentencia de condena ni de absolución y muchas veces se retiró de reuniones en donde funcionarios de elección popular y encopetados personajes le ofrecieron “…hasta cheques en blanco”, para que cambiara su posición frente a un proceso.
Le pedí a nuestro amigo, en común, Aníbal Guillermo González Moscote, juez laboral de Valledupar, un concepto sobre Franklin, esto dijo:
“Al recordar a Franklin Martínez, nuestro amigo incondicional, sin duda, se nos entrelazan los sentimientos y, obviamente, se nos aguan los ojos por la pérdida de un ser humano, desde todas las aristas, excepcional. Como buen costeño, por su extraordinario sentido del humor, al charlar con él, el tiempo pasaba de manera muy agradable, conversando sobre cualquier tema, en los cuales siempre mostraba sus excelsos conocimientos”.
“Fue todo un verdadero doctor en derecho, demostrándolo desde su primer día, como estudiante en la Universidad del Atlántico, como docente universitario y en la judicatura, como juez y magistrado sabio, incorruptible, impoluto, valioso y valiente, donde se convirtió en un gran líder, en una de las organizaciones sindicales de la rama judicial, donde siempre lo escuchamos defender, con un discurso grandilocuente, los derechos de los servidores judiciales, sin temores ni ataduras, donde aún seguimos su legado como ejemplo para los actuales miembros de Asonal Judicial”, dijo Aníbal Guillermo.
De otra parte, el rector de la Universidad Popular del Cesar, Robert Romero, ha dicho que en honor póstumo a quien fuera docente de la cátedra de procedimiento penal, el Consultorio Jurídico diagonal al Palacio de Justicia, será bautizado hoy con el nombre de Franklin Martínez Solano. Paz en su tumba. Hasta la próxima semana. tíochiro@hotmail.com @tiochiro.