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Un acuerdo por la democracia

Con el triunfo de Noemí Sanín Posada como candidata del Partido Conservador, sobre la candidatura de Andrés Felipe Arias, significa, ahora sí, el inicio la competencia por  la Presidencia de la República, en una campaña que se presagiaba aburrida y con pocas sorpresas, pero que ahora se ha puesto interesante y que podría llevar a resultados inesperados.
La designación de esta atractiva e inteligente mujer antioqueña, de 60 años, abogada de la universidad javeriana, con amigos también en el partido liberal, fue funcionaria del gobierno de Samper y de Gaviria, y que no es mal vista por otros sectores, abre nuevos escenarios.
Igualmente hay que resaltar la selección de Antanas Mokus, ex rector de la Universidad Nacional y ex alcalde de Bogotá, como candidato por el Partido Verde, elegido en una consulta interna, luego de una campaña novedosa, interesante y alternativa, al lado de Enrique Peñaloza y de Luis Eduardo Garzón.
Los triunfos de Sanín en el conservatismo y de Mokus en el partido verde, le añaden elementos novedosos a la política nacional en el inmediato futuro.  Ya no es obvia la sucesión Uribe-Santos, y muchas cosas pueden suceder en estos setenta días que restan de campaña, hasta la primera vuelta.
Ya están todos los candidatos en el partidor: Noemí Sanín, por el partido conservador; Juan Manuel Santos por el Partido de la U.; Rafael Pardo Rueda, por el partido liberal; Germán Vargas Lleras, por Cambio Radical; Gustavo Petro, por el Polo Democrático, Antanas Mokus por el Partido Verde,  Sergio Fajardo por Compromiso Colombia y Jaime Araujo Rentería, por el movimiento ASA (Alianza Social Afrocolombiana), principalmente.
La mayoría de las encuestas no dan a un ganador con margen suficiente para coronar en la primera vuelta, por lo cual es muy probable que Colombia tenga que acudir a una segunda vuelta para elegir al sucesor del Presidente Álvaro Uribe Vélez.
Se trata de una nómina de lujo, de verdad; que envidiaría cualquier país de América Latina. Un grupo de personas con una gran formación académica, en mayor o menor medida una gran experiencia en los asuntos del Estado, en sus distintos niveles, y con una amplia y diversa propuesta ideológica que van desde la derecha radical, heredera del uribismo, hasta la izquierda democrática del Polo.
Todos debemos contribuir, pero principalmente los medios de comunicación, para que esta sea una campaña con altura, con argumentos y con propuestas ante los grandes problemas que afronta el país en la actual coyuntura.
La campaña se debe desarrollar en un lenguaje de respeto, armonía y cordialidad entre los candidatos, mas no en agravios, ofensas y malas maneras, como sucedió en algunos momentos al interior del partido conservador.
Colombia tiene el reto de demostrarle al mundo que es un país de instituciones, que tiene una democracia, con problemas e imperfecciones, pero democracia al fin y al cabo. De allí que controversias como las que se registraron esta semana que termina, avivadas desde el mismo Palacio de Nariño no le hacen bien al país. No es serio que un Ministro del Interior siembre la duda sobre el sistema electoral; no está bien que el propio Jefe del Estado, desconfíe y descalifique al máximo rector del sistema electoral, como es el Registrador Nacional del Estado Civil.
El ejemplo entra por casa dice el adagio y es desde el alto gobierno desde donde se debe abogar por un debate democrático serio, con altura y con todas las garantías para los distintos candidatos, desde el más fuerte, según las encuestas, hasta el más modesto, pero que está en todo su derecho, como ciudadano con los requisitos legales, de aspirar a la Presidencia de la República.
En este sentido es de destacar el gesto de un grupo de candidatos, Antanas Mokus, Gustavo Petro, Sergio Fajardo, Juan Manuel Santos, Germán Vargas Lleras de firmar un Acuerdo Democrático Fundamental, promovido por la Embajada de Suiza en Colombia. Todos se comprometieron a condenar la violencia y respetar las instituciones.
El Estado tiene que hacer todos los esfuerzos y ajustes posibles al sistema electoral, para brindarle garantías al país, esto es una obligación ante la ciudadanía, pero también frente a los candidatos. Sería peligroso para el país seguir insistiendo en una mayor desconfianza en su sistema electoral y deslegitimar los resultados del próximo 30 de mayo, desde ahora, como lo han pretendido hacer altos funcionarios del Estado. Ojo señores que están jugando con candela.

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