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Un acto de barbarie

Los hechos ocurridos el fin de semana en el barrio Arizona de Valledupar, en el cual unos pocos vecinos decidieron acabar con una cancha de futbol informal que sirve para la práctica de este deporte entre los aficionados residentes en el sector, muestra varios hechos preocupantes.
En primer lugar, es un ejemplo de intolerancia que debe ser rechazado por toda la comunidad, el hecho de coger y meterle maquinaria, al parecer el servicio del Estado, para acabar con una cancha no se puede considerar de otra manera. Esta cancha sirve como escenario deportivo a miles de personas, niños y jóvenes, principalmente, que no tienen cerca donde practicar abierta e informalmente este deporte.
Adicionalmente, el hecho demuestra que en muchos barrios de Valledupar faltan más escenarios deportivos, ojalá polideportivos, en los cuales la niñez y la juventud puedan acudir a divertirse sanamente y practicar una actividad necesaria para la salud e indispensable en la formación de estos grupos de población.
Sería conveniente que la Personería Municipal y la misma Alcaldía investigaran qué fue lo que pasó y determinaran quiénes fueron los responsables de estos hechos, que deben ser objeto de una sanción social, así sea simbólica, por su intolerancia, insistimos, y su falta de civismo.
Nos consta que en esta cancha acuden cientos de niños y jóvenes a jugar sanamente, sin perjudicar a ningún vecino del sector, quienes tienen a su disposición un parque propio para la recreación pasiva y además en muy buen estado.
El tema de la falta de escenarios deportivos en algunos sectores de la ciudad debería ser objeto de estudio y de debate en el Concejo Municipal. Una ciudad como Valledupar, aproximadamente con unos cuatrocientos mil habitantes según las estimaciones más aceptadas, requiere de más parques y particularmente de escenarios deportivos adecuados para la sana diversión de sus habitantes, particularmente para la niñez y la juventud.
Y la mejor actitud de los vecinos debe ser de prudencia y tolerancia para la bulla normal que se genera en este tipo de escenarios y no la de proceder a destruir los pocos que existen y que cumplen una importante función social. Sobre este tema sería conveniente un pronunciamiento oficial de Indupal, la entidad encargada del fomento de las actividades deportivas en la ciudad de Valledupar.
Economía tranquila
Una de las características que ha tenido la actual campaña por la Presidencia de la República, que actualmente se desarrolla en Colombia, es que no ha generado intranquilidad en los mercados financieros dentro y fuera del país.
Esta percepción es bien distinta a la registrada en 2002, cuando fue elegido Álvaro Uribe Vélez, enfrentado a Horacio Serpa Uribe, cuando el proceso electoral de Colombia coincidió con un fenómeno de susto en Brasil que originó serios movimientos de capital en varios países de América Latina.
Distintos analistas coinciden en que los candidatos que se disputan la Presidencia de la República de Colombia son considerados, con mayor o menor intensidad, amigos de la economía de mercado con una intervención selectiva e inteligente del Estado, y que por lo tanto no generan ningún tipo de pánico y que la incertidumbre es moderada y comprensible en un proceso electoral como el que vive Colombia.

Y esto a pesar de que son muy pocos todavía los aspectos que el público conoce sobre las propuestas económicas de los candidatos, y mucho menos sobre sus equipos de asesores y eventuales ejecutores de esas políticas.
No obstante lo anterior, con la información disponible los expertos, tanto dentro como fuera del país, perciben a los candidatos, en general, de una manera u otra, como amigos de la economía de mercado, partidarios de la inversión privada y no ven en ellos amenazan de procesos de estatización o de cambio mayúsculo en las reglas de juego que rigen nuestra economía.
La anterior es una buena señal; sin embargo, sería bueno que los distintos candidatos y los movimientos que los respaldan se esforzaran por precisar y divulgar más sus planteamientos económicos, ante la compleja agenda que le espera al sucesor de Álvaro Uribe Vélez y consolidar esas señalas que muestran a Colombia con una economía madura y en la cual priman más las instituciones, y las políticas de mediano y largo plazo, que los fenómenos caudillistas como viven otros países de América Latina.

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