Los cálculos estadounidenses respecto a la guerra en Ucrania no han salido como esperaba. Rusia ha mostrado enorme resistencia y superioridad tecnológica con sus misiles hipersónicos, ocupando Bajmut –Artiómovsk y controlando Donbás.
La amenaza estratégica y global para Estados Unidos es China, mientras que Rusia es una amenaza local para desestabilizar a Europa, plantea Joe Biden, quien se la juega porque la guerra estratégica de Rusia contra Ucrania sea un fracaso.
El peso bélico no recae sobre Estados Unidos sino sobre sus aliados europeos, pero el país del norte aumenta su dominio sobre Europa, debilita sus economías y las coloca bajo su control, prueba de ello fue haber arrebatado el mercado europeo de gas a Rusia y poner a depender a Europa del gas licuado estadounidense, mucho más caro, subsidiando el traslado de factorías e inversiones a Estados Unidos, además de forzar a todos los países de la OTAN a aumentar su presupuesto militar y hacer enormes esfuerzos económicos para sostener la guerra, resume el analista Enrique Daza Gamba.
Con la acuciosa ayuda de Gran Bretaña, convertido en un país satélite de apoyo al gobierno de Zelenski, Estados Unidos ha obtenido grandes ganancias con la venta de armamentos sofisticados como los sistemas Patriot y los anunciados aviones F-16. Ucrania, ilusionada en ganar la guerra, sirve de carne de cañón.
Sin quitarle el ojo a China, Estados Unidos realiza ejercicios militares en Taiwán, Japón, Australia, Corea del Sur y Filipinas, sus aliados, empero los países del mundo, incluido el Sur Global que agrupa a Latinoamérica, Asia y África, hacen propuestas de paz manteniendo neutralidad.
Numerosos hechos han debilitado los enfoques de la OTAN y se han fortalecido los acuerdos entre Arabia Saudita e Irán, Armenia y Azerbaiyán, el reingreso de Siria a la Liga Árabe y los acercamientos entre India y Pakistán, acrecentando la influencia de China y Rusia y debilitando a Estados Unidos, aunado el triunfo de Erdogan en Turquía y el compromiso de Brasil con Rusia, India, China y Sudáfrica, países que le hacen contrapeso al G-7, afectó a Ucrania. Le ponen la cereza al pastel las divisiones electorales en Estados Unidos y los probados escándalos de corrupción en el gobierno ucraniano.
Las sanciones económicas contra Rusia no mellan su economía, que junto a China se han convertido en el eje de un nuevo ordenamiento económico y geopolítico, mientras el Grupo de Cooperación de Shanghái y la Unión Económica Euroasiática, lanzan una propuesta de desdolarización global, un revés para Occidente, bajo la amenaza de una nueva crisis financiera, tras la quiebra de bancos, la sequía, el alza en los precios de los combustibles y los alimentos, divisiones políticas y masivas migraciones.
Todo comenzó con la obsesión de Occidente de incorporar a Ucrania a la OTAN, aun acudiendo a un golpe de Estado en 2014 con apoyo de sectores abiertamente pronazis. De obstinarse Occidente en alimentar la guerra, proporcionando nuevos armamentos como los de uranio empobrecido, misiles de mayor alcance o aviones F-16, en lugar de una paz negociada que garantice la seguridad de todos los actores regionales y no las predicciones de un apocalíptico fin del mundo, tras la advertencia de Putin de acudir a una respuesta nuclear de ver en peligro la supervivencia de Rusia.