Por más de hora y media Donald Trump habló con Vladimir Putin, acordaron iniciar negociaciones para mediar un alto al fuego en Ucrania. Su primera reunión tendría lugar en Arabia Saudita. El presidente Trump, en materia geopolítica y comercial influye con mucho protagonismo y expone su calidad como exitoso negociador corporativo y su habilidad con el pragmatismo.
En su discurso inaugural del 20 de enero de 2025, Donald Trump le dijo al público estadounidense: “Mi legado más orgulloso será el de un pacificador y unificador”. Unas tres semanas después, es seguro decir que nadie recordará a Trump como un unificador, pero aún tiene la oportunidad de reclamar el título de pacificador. Aunque traslade su mira al genocidio que no cesa en Gaza y amenace a todo aquel que no se subordine estamos frente al mayor candidato para ganar el premio nobel de paz.
Donald Trump no es un adalid ni un enviado altruista. El rápido inicio de las negociaciones con Rusia propone detrimentos para Ucrania y Europa. Trump ofrecerá una resistencia mínima a las demandas de Putin con el fin de llegar a un acuerdo lo más rápido posible, en contraprestación exigirá las tierras o minerales raros ucranianos y los aliados europeos tendrán que financiar su propia seguridad. Asimismo, es improbable que Ucrania sea miembro de la OTAN, ni mucho menos opciones para recuperar los territorios perdidos en Crimea y en Donbass.
Estados Unidos no invirtió ni lo hace para perder, su contraprestación yace en el acceso a minerales de tierras raras, metales estratégicos esenciales para las industrias que desarrollan computadoras, baterías y tecnología energética de vanguardia, a cambio proporcionaría ayuda militar a Ucrania en el futuro.
Volodímir Zelenskyy, presidente de Ucrania, es consciente que las negociaciones entre Trump y Putin podrían conceder ventajas para las demandas de Rusia. En contraste, las exigencias de Putin para que Estados Unidos levante sus sanciones contra Rusia no están a su alcance, porque esas prerrogativas representan poder de negociación para Trump.
Los rápidos acontecimientos han preocupado a Europa, Putin y Trump; están negociando el futuro de la seguridad del continente por encima de los propios europeos. El vicepresidente estadounidense, JD Vance, ha instado a Europa a presentar argumentos positivos en favor de la libertad y actuar contra “la amenaza que más me preocupa, la amenaza desde dentro”, que describió como “el retroceso de Europa respecto de algunos de sus valores más fundamentales” a través de restricciones a la libertad de expresión, reglas de moderación de contenidos en línea y cortafuegos políticos contra partidos radicales.
El presidente Donald Trump impone sus medidas con la zanahoria y el vicepresidente JD Vance, lo hace con el garrote o la metáfora del poder blando y duro, o de por la buenas o por las malas. Auguró que Estados Unidos atacaría a Moscú con sanciones y potencialmente acciones militares si el presidente ruso Vladimir Putin no acepta un acuerdo de paz con Ucrania que garantice la independencia a largo plazo de Kiev.
El 9 de mayo próximo, fecha histórica, Donald Trump revelará el giro del guion con la apuesta por la paz entre Rusia y Ucrania, enfatizando que las personas están por encima del poder económico. La elite europea perderá influencia y notará disminuida su agenda económica mientras nace un neoimperialismo en el mundo.