En la Institución educativa agrícola de El Copey, Cesar, siendo apenas un niño, Pablo Carrillo ya ‘casaba’ peleas. Aunque siempre fue disciplinado y respetuoso, asegura que nunca le gustó que se la ‘montaran’ al más débil. “Lo hacía por bien, no porque fuera ‘alzao’”, aclara.
Era la época en la que no sospechaba que el boxeo sería parte esencial de su vida y que le abriría, varias décadas después, la ventana a un pleito por el campeonato mundial.
“No me gusta que nadie se sienta superior a otro, desde pequeño sentí eso. Veía que al otro muchacho lo trataban mal y ‘compraba’ el problema… la injusticia me duele, me descontrola”, recordó el ‘Trencito’ en charla con EL PILÓN horas después del extenuante combate que terminó entregándole el cinturón continental de las 115 libras del Consejo Mundial de Boxeo.
Ese instinto de defensor por la causa del más débil fue el que lo llevó tiempo después al gimnasio del entrenador Leonardo Bermúdez, quien de inmediato supo que tenía un ‘diamante en bruto’ en sus manos.
Aquel adolescente que desde que se puso los guantes por primera vez ya noqueaba a sus rivales más experimentados, empezó allí una carrera que, consagraría dos décadas después, en el coliseo Elías Chegwin, de Barranquilla, donde derrotó el pasado viernes, por decisión dividida, al monteriano Robert Barrera.
“Estoy supermotivado, contento, feliz, un orgullo para mí obtener otro título más en mi carrera. Todavía estoy disfrutando de esta gran victoria, la afición estuvo presente, agradecido con toda esa gente que estuvo pendiente de la pelea”, fueron las primeras palabras de ‘Trencito’ el día después.
El nuevo campeón continental de las Américas del CMB (Consejo Mundial de Boxeo) superó en 10 asaltos a Barrera, pero también se sobrepuso al repentino cambio de rival -en principio debía enfrentar al norteamericano Dewayne Beamon- que pudo costarle su carrera de no resultar vencedor.
“Nosotros veníamos preparándonos para pelear con el norteamericano, siempre es complicado, porque yo no me preparé para pelear contra un zurdo. Barrera ha disputado varios campeonatos mundiales, es un boxeador complicado, que se mueve mucho, pero supimos cortar la distancia y conectar los mejores golpes”, expresó ‘Trencito’ que ganó con tarjetas de 97-93, 97-93 y 96-94.
AHORA, POR EL TÍTULO MUNDIAL
Con el cuerpo magullado aún por los golpes del exigente pleito, el púgil copeyano empezó una recuperación de 10 días para empezar a trabajar, junto con sus manejadores, en su próximo reto y por el cual ha luchado durante toda su carrera: el título del mundo.
Tras su victoria, llegaron las felicitaciones de todas partes del planeta, desde México hasta Japón, y con ellas, las propuestas de combates. “Cuando tú escalas siempre pasa eso, ya hay promotores proponiendo combates, comisionados de Panamá me felicitaron y vamos a tratar de buscar una pelea por título mundial. Yo sé que se vienen grandes cosas, este título me da la oportunidad de clasificar y ponerme a puertas del campeonato mundial”, explicó.
‘SERÍA HERMOSO PELEAR EN MI TIERRA’
Desde que encumbró su carrera como boxeador profesional, Pablo Carrillo siempre ha manifestado su deseo de pelear en su tierra natal, El Copey; una idea que no quiere echar en saco roto y quiere cumplir en alguna ocasión.
“En Barranquilla me quieren mucho, pero siempre llevo a El Copey en mi corazón, es un pueblo muy hermoso, de gente trabajadora. Para mí sería un orgullo y placer pelear en el Cesar ya que voy a estar en mi tierra, con mi gente, sería muy hermoso para mí y mi carrera”, confesó Carrillo, quien sueña con compartir ring con deportistas jóvenes del Cesar.
Finalmente, Carrillo quiso aprovechar la entrevista con este medio para agradecer a una persona que ha sido vital para su desarrollo deportivo, su esposa Elizabeth Morales. “No tengo palabras para expresar lo que siento por ella, es una guerrera, se pone la ‘diez’ conmigo, siempre me da ánimos, ella hizo parte de esta preparación, uno tiene que estar agradecido con Dios por esa buena mujer que tengo a mi lado”, puntualizó.
POR JOSÉ ALEJANDRO MARTÍNEZ VEGA/ EL PILÓN