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Transformación

“Llegaron a Jesús y vieron al que había estado atormentado por el demonio, el que había tenido la legión, sentado, vestido y en su juicio cabal; y tuvieron miedo. San Marcos 5,15

El pasaje del epígrafe, conocido y aplicado especialmente en casos de liberación, narrado también por el evangelista Lucas, se nos suministra no para agregar color y relevancia al relato que se describe, sino para mostrar la condición exacta en la cual los pobladores encontraron al hombre que había estado endemoniado. Y es precisamente su condición transformada lo que impactó tan profundamente a los que estaban presentes y después de veinte siglos, sigue impactando también a nosotros.

Si juntamos los dos relatos, el de Marcos y Lucas, tendríamos la patética imagen de un hombre completamente atormentado por la vida y las circunstancias en que vivía. Marcos nos dice que, este hombre moraba entre los sepulcros, daba grandes gritos y se hería continuamente con piedras. Seguramente este comportamiento era producto de sus desesperados esfuerzos por ponerle fin al tormento en que vivía. Lucas, agrega el detalle que el hombre no vestía ropa alguna, de manera que se le veía por las colinas corriendo y dando gritos totalmente desnudo.

Recordemos que los métodos que habían usado los pobladores de la zona para solucionar el problema del endemoniado no eran los más adecuados ni compasivos; más bien, con una violencia injustificada lo ataban con cadenas y grillos para tratar de contenerlo. Debo decir que, esos son los métodos de este mundo. Ante la incapacidad para resolver los problemas de origen espiritual, usan la violencia, intimidación y reclusión. Además de asegurar la comodidad y tranquilidad personal, en vez de procurar liberar a los cautivos de su sufrimiento. Hoy no lo hacemos con grillos y cadenas, pero tenemos instituciones para aislar y sacar del camino a personas con ese tipo de afectaciones y conductas.

¡Cuán distinta fue la reacción de Jesús! Ya desde antes había declarado que vino a este mundo para sanar a los quebrantados de corazón y traer libertad a los cautivos. Jesús, lejos de ignorarlo, le ayudó y puso fin a su tortuosa experiencia para encaminarlo hacía una vida sana y totalmente restaurada.

Amados amigos lectores, les hago notar la profundidad de ese cambio: Antes el hombre estaba desnudo, ahora estaba vestido. Antes corría por las colinas hiriéndose con piedras, ahora esta sentado. Antes daba gritos de angustia, ahora estaba en su sano juicio. ¡Qué tremenda transformación! Este es precisamente el punto que quería que notaras. Y este es también la clase de cambio que Dios quiere producir en la vida de todos aquellos que tienen la humildad de reconocer su necesidad de ser tocados por Jesús.

La redención que Dios propone al ser humano afecta al hombre total: Espiritual, emocional y físico. Animo a que abramos un espacio en nuestras vidas para que Dios toque esas áreas de conflicto y derrota y nos haga libres de todo espíritu antagónico, al tiempo que nos comprometemos a buscar la transformación del hombre en todos los aspectos de su vida.
¡Dejémonos transformar por el poder renovador de Dios y seamos instrumentos de transformación para otros!
¡Bendiciones abundantes y fraterno abrazo!

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