Nuestra vida transcurre en medio de muchas emociones cada día, nos levantamos alegres y llenos de entusiasmo, pero si algo negativo ocurre, nos invade la tristeza o la ira, lo que ha hecho que dividamos las emociones en buenas y malas, pero en sí, los malos somos nosotros, al no darles el uso adecuado y volvernos dependientes de ellas.
Estamos cada día más inmersos en una sociedad adicta a las emociones, tanto, que si no sentimos satisfacción inmediata buscamos un placebo. Si mi novio me dejó, me pongo triste, y en lugar de examinar la tristeza, reflexionar sobre el tipo de relación que tenía, y tomar la decisión de replantear hábitos en mi vida, me voy de fiesta con mis amigas y duermo con un personaje que ni conozco, para después, ¡oh sorpresa!, ya no estoy triste, estoy embarazada. Otro camino usualmente tomado es la comida, y si la tristeza nos hace comer, estaremos tristes y también obesos.
Las emociones son una alarma, para examinarnos, reflexionar sobre lo que nos ocurre, cuestionarnos y tomar medidas, hacer ajustes, ya que algo nos está mostrando, no debemos huir y buscar un placebo, miremos de frente nuestra emoción, y hablemos con ella. El placebo siempre la apaga, la oculta, y la emoción ya no estará allí para hablarnos; lo peor, es que el placebo siempre engrandece todo, multiplica los problemas y serán más las emociones con las que tendremos que tratar.
Existen personas que guardan la tristeza por una oportunidad que dejaron escapar, la rabia, por algo que soportan en la actualidad y no quieren en sus vidas, tedio, por la vida que llevan, decepción, por el tipo de persona en que terminó convertida, y miedo, por el futuro que le depara. ¿Cuál es la solución? ¡Transforma todas las emociones, en metas!
Cuando una persona se encuentra desempleada, siente angustia, cuando consigue el empleo, siente alegría, cuando se siente cansada de tanto trabajar, se siente decepcionada, y así transcurre su vida, de emoción en emoción. En cambio, si una persona se traza una meta específica a la hora de buscar empleo, por ejemplo: construir su propia casa, todos esos sentimientos serán reemplazados por la meta, la cual le brindará fuerzas para resolver todos los obstáculos que se encuentra enfrentando, así mismo, le recordará por qué se empleó, y la razón, no es la alegría, la razón es la casa, ya que si la razón es la alegría, el día que no la sientas, tendrás deseos de renunciar, en cambio, si tu razón es la casa, continuarás sin lamentos hasta conseguirla. Una emoción, te lleva a buscar placebos y distractores, una meta, te lleva a buscar ideas y soluciones. Mejor aún si trabajas por pasión, por amor a lo que haces, toda vez que cuando enfrentes desafíos laborales te sentirás animado a vencerlos en lugar de sentirte abrumado. Por ejemplo, si un día tu jefe te dice que un informe te ha quedado mal, en lugar de sentirte triste o decepcionado, debes transformar ésa emoción en la meta de elaborar un informe de calidad, así, acumulas logros, no emociones que no te definen. Lo peor es trabajar por dinero, toda vez que el dinero siempre suele agotarse, y con ello, tus deseos de trabajar. Recuerda, lo que te impulsa a actuar, es lo que te mantiene.
Lo mismo ocurre en el amor; muchas personas se dejan llevar por lo que sienten, sin pensar en qué tipo de relación o familia desean construir. Es importante dimensionar con qué personas estamos invirtiendo nuestro tiempo, nuestra energía y nuestros sentimientos, toda vez que son precisamente los sentimientos los que más nos confunden a la hora de actuar, por ello, al transcurrir los años, cuando el sentimiento se ha esfumado, y al vernos sin una meta clara, queremos salir corriendo.
Si nos levantamos cada día con el deseo de sentir alegría, vamos a rodearnos de personas que en medio de la adrenalina y la diversión se nos pierda la vida, sin alcanzar ningún propósito. Si nos levantamos cada día con una meta, no nos dejaremos distraer con adrenalinas nocivas o diversiones pasajeras que no construyen y no alimentan ningún tipo de futuro claro y estable.
Esperar sentir una emoción, es encontrar pronto una desilusión, toda vez que alimentamos un espíritu débil, que necesita permanentemente que lo nutran, lo empujen y le den motivos para continuar. En cambio, si en lugar de esperar, actuamos por alcanzar una meta, seremos quien nutre, empuja y se llena de motivos cada día para alcanzar sus sueños.
Con la salud ocurre lo mismo; si en lugar de tener una meta clara, ya sea bajar de peso, tonificar tu cuerpo o comer saludable, lo que buscas es sentir alegría, pues déjame decirte que tu menú estará lleno de chocolates y dulces que alimenten tu emoción, sacrificando con ello tu meta. Delimita metas para cada área de tu vida, y cuando veas venir una emoción pasajera, recuerda tu meta y no te distraigas; transforma tus emociones y alcanzarás todos tus sueños.
Por: Angélica Vega Aroca.