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Tragedia en el Río Badillo

Una de las costumbres más afincadas en distintas zonas del país, pero principalmente en la Región Caribe, quizás por el calor, es la de bañarse en los ríos. El Guatapurí se ha vuelto legendario a tal punto que el Presidente Álvaro Uribe Vélez cada vez que viene se da su chapuzón y en su última visita a Valledupar pidió que lo dejaran tener la oportunidad de volver a bañarse en Hurtado.
Pero además del Guatapurí, otro de nuestros ríos más agradables y famosos es el Badillo, inmortalizado en ese hermoso paseo romántico del inolvidable Octavio Daza Daza, cuyos versos “El Río Badillo fue testigo de que te quise…” le han dado la vuelta al mundo. Esta vez el majestuoso río fue testigo, pero no de un romance, como el del compositor patillalero, sino de una tragedia de esas que dan rabia…ya que se habría podido evitar.
Hoy la tristeza invade los corazones de los familiares de dos jóvenes cesarenses Shirley Zequeda Torres, cañaguatera para más señas, y de Elena Gutiérrez; como también a los de dos muchachos cartageneros, Gustavo Araujo Torres y José Salomón Peña, quienes

habían venido a visitar en Valledupar, a sus amigas, con motivo del trabajo discográfico de Silvestre Dangond, Cantinero.
En medio del descanso y la delicia de bañarse en el río, como quizás no lo habían hecho en mucho tiempo, probablemente no midieron el riesgo al que se exponían, en medio de una naturaleza tan bella, pero también tan arisca como la que tenemos en estas bellas tierras.
Acompañamos el dolor de los familiares y amigos de estos jóvenes; pero esperamos que su muerte no sea en vano y sirva para alertar a los miles de bañistas, a propios y extraños, a niños, jóvenes y adultos, sobre el riesgo que representa ese delicioso placer de bañarse en un río cuando está lloviendo.
De allí que consideremos apropiadas y urgentes la serie de medidas que buscan establecer las autoridades para tener un sistema de alertas tempranas sobre el comportamiento de las lluvias y que sirva para avisar oportunamente sobre estas peligrosas crecientes. Pero, las mismas serán exitosas si la comunidad las conoce, las acata y las respeta. De la colaboración de todos depende que esa sana y divertida costumbre de bañarse en el río no termine, otra vez, en tragedia como la que ocurrió el pasado fin de semana en el hermoso Río Badillo.

Adiós a otro de los grandes

Otro de los grandes compositores de la música vallenata ha partido a la eternidad. Armando Zabaleta Guevara, el hijo ilustre del Molino (Guajira), quien compusiera algunas de las canciones más famosas de nuestra música hoy ya no está entre nosotros.
A la edad de 83 años, murió el compositor que dijo que no volvía más a Patillal, para no morirse de la tristeza de saber que en ese pueblo ya no estaba su amigo, otro compositor y poeta, también legendario, Fredy Molina. Pero también se caracterizó por decir las cosas con franqueza, como cuando le dijo al propio Gabriel García Márquez que tenía olvidado a su pueblo Aracataca, y que Pámbele había hecho más por Palenque que Gabito por su tierra. Ese, así, sincero y francote era Armando Zabaleta.
Además de compositor había sido un agradable parrandero, cantante y guacharaquero, al lado de otros grandes como Luis Enrique Martínez, Chema Martínez, el mismo Escalona y Colacho Mendoza. Pero también le cantó al amor, con canciones como “Amor Comprado”, Aborréceme, “No me Guardes Luto”, entre otras, en las cuales hizo gala de una composición costumbrista, propias del vallenato clásico y que grabaron Alejo Durán, Jorge Oñate, Los Hermanos Zuleta, Diomedes Díaz, entre otros.
Ayer, lejos de su tierra, El Molino, en Barranquilla, ciudad que había escogido como su lugar de residencia en los últimos años, fue sepultado el Maestro Armando Zabaleta Guevara, otro de los grandes, sin lugar a dudas. Paz en la tumba del maestro.

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