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Trabajadores con un SMM, caja menor de potentados

No hay democracia con hambre, ni desarrollo con pobreza, ni justicia en la inequidad”. Papa Francisco

En mi más reciente columna de diciembre pasado entregué una información acerca de que el SMM 2019 era inferior al de 1999 por efectos de la inflación que cada año mermaba su capacidad real adquisitiva. Hoy les entrego un dato adicional (cálculo mío), relacionado con la pérdida total que en el parámetro 1999-2019 tendrían quiénes devengaron 1SMM, incluyendo sus prestaciones sociales.

Durante ese periodo, una persona recibiría un monto de $153 millones pero por efecto del IPC solo obtendría $145 millones, la inflación le sustrajo $8 millones sin que lo sospechara; esto equivale al 5.2% de su mesada. ¿A cuánto asciende el total de todos los que ganan 1SMM? Hoy, tenemos 22.2 millones de trabajadores de los cuales el 61.5% devenga uno o menos de un SMM lo que en cifras absolutas es 13.6 millones de personas; oí decir a Alicia Arango, ministra del trabajo, que el 44% devenga menos de un SMM, esto es, 9.8 millones; esto indica que solo 2.6 millones ganan un SMM

¿Cuánto aportaron estos al empleador por efecto de la inflación en el periodo considerado de 20 años? Suponiendo que esta cuantía se mantiene (cetéris páribus), el atraco inflacionario equivaldría a $20.8 billones, más de dos veces lo que recaudaría la actual reforma tributaria, 2% del PIB de 2019 y 7.7% del presupuesto de 2020. Pero no sabemos cuánto aportaron los 9.8 millones que ganaban menos de 1 SMM porque el decreto de alza nada dice de ellos. Tampoco se ha cuantificado el efecto sobre el consumo de oportunidad y el dinamismo de la economía.

Lo que sí anticipamos es que los que menos ganan subsidian las inmensas deducciones y elusiones de los que más ganan. Esta es, en plata blanca, la filosofía neoliberal: esquilmar a los que menos ganan en beneficio de los potentados. Esta rapacidad fiscal ha hecho que Colombia sea el tercero o cuarto país más desigual del mundo, según las fuentes; la tendencia es que llegaríamos al top superior en la categoría de países inequitativos.

Pero además de lo monetario, poco o nada se hace por la redistribución a través de los sectores más sensibles para los asalariados. P. ej., para agricultura y desarrollo rural se destinaron $1.8 billones, 0.66% del PGN 2020, a ciencia y tecnología le asignaron $393 mil millones, el 0.1%.

Así no crece un país cuya fortaleza está en el campo y cuyo ranking en los temas del saber no vislumbra un crecimiento con calidad; ahora que pertenecemos a la OCDE, somos el hazmerreír en las pruebas de conocimiento de nuestros estudiantes como las PISA. En materia de salud aún no hemos superado el azote de enfermedades tropicales como la malaria, el dengue en sus diversas tipologías y otras morbilidades recurrentes. Y la paz sí que está lejos, casi cada día cae asesinado un contestatario en alguna región del país dentro de la más absoluta impunidad.

El gobierno dice que no existe sistematicidad pero, ¿por qué no caen gentes de otros sectores sociales? ¿Por qué siempre son ambientalistas, reclamadores de tierras, indígenas inconformes, adversos a la minería salvaje y al fracking? Claro, es que aquí no existe conflicto, según las tesis del partido de gobierno; aquí lo que hay son ladrones de ollas y gentes con “líos de falda”. Vaya forma de banalizar el crimen.

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