I
La Totó, la momposina,
lleva en la sangre el tambor,
es una esplendente flor
que por el mundo camina.
La belleza no declina
en la mujer cantadora,
los espejos de la aurora
se enternece de donaire;
es una palma en el aire
su cintura de tambora.
II
Su cintura de tambora
tiene ritmo y coqueteo,
con sonoros palmoteos
son más felices las horas.
Su risa suave enamora
repiques del llamador
y su cuerpo en esplendor
canta música caribe,
con entusiasmo revive
los jardines del amor.
III
Los jardines del amor
tienen sabores del monte
y sonidos de sinsonte
del abuelo trovador.
La música vieja es mejor
tiene coherencia y sentido,
es ramillete florido
de versos y sentimientos;
todos bailamos contentos
viejos cantares queridos.
IV
Viejos cantares queridos:
lindo preludio campestre,
donde la noche silvestre
con música hace su nido.
Nunca existirá el olvido
Totó, tú eres inmortal:
eres voz en manantial,
pura música terrígena.
Que viva la flauta indígena
y el tambor tradicional.
Por José Atuesta Mindiola