Por Fuad Gonzalo Chacón
Uno de los más interesantes debates éticos con el que todo pichón de abogado se encuentra a su paso por la facultad de derecho, y si a usted querido amigo litigante no le tocó es porque lo estafaron, es aquel en el que un prestigioso doctrinante italiano plantea que la corrupción en sus justas proporciones es positiva. De esta forma sostiene que las prebendas dadas por los ciudadanos a los funcionarios públicos para acelerar la gestión frente a trámites de su interés se convierten a la larga en un aceite que lubrica los engranajes del estado y les ayuda a ir más deprisa.
Una postura que para cualquiera con un mínimo de decencia le sonaría descabellada, pero que irónicamente evolucionó hasta transformarse en la quintaesencia de nuestro aparato gubernamental: La mermelada. Esto lo confirma la más reciente polémica que Álvaro Uribe casó, la cual se centra en un documento filtrado desde las entrañas mismas de la Casa de Nariño que contiene el listado de más de 1.975 cargos de libre nombramiento que están suscritos a nombre y apellido de varios senadores de la Unidad Nacional, todo un suculento menú de entidades estatales que aquellos señores llevan meses devorando a manos llenas.
Estas Uribeleaks no sorprenden en sí por su existencia, ya que es un secreto a voces que la condición raquítica y convaleciente de nuestro aparato oficial radica justamente en el saqueo constante al que se ve sometido por bucaneros políticos junto a su tripulación de amigos insaciables que desde adentro desangran al fisco. Lo que sí nos deja perplejos es que este método poco ético de llevar un país tenga tan detallada logística detrás de él, pues el material entregado por el expresidente revela la minuciosa seriedad con la que el tema se toma en Palacio, al punto de registrar el voto de cada congresista en los proyectos claves impulsados por el ejecutivo. No insulten la inteligencia del electorado, señores, sabemos muy bien lo que hacen tras bambalinas, pero dejarlo por escrito como si de un acto administrativo se tratara es el colmo de la desfachatez.
Infortunadamente la denuncia fue hecha por Uribe, quien no es exactamente el gran adalid de la lucha contra el clientelismo y además se encuentra en el fragor de una campaña, lo que le puede restar credibilidad. Seguramente de haberse dado por Semana o Noticias Uno la cosa habría sido un escándalo monumental de los que hace rato no tenemos, pero esto no le resta gravedad a la información allí consignada, serán los entes de control los encargados de dictaminar qué medidas son convenientes en este caso.
De lo que tristemente sí podemos estar seguros es que en Colombia todos están untados de mermelada y que, contrario a lo que sostenga aquel doctrinante italiano, este líquido viscoso no agiliza al país, todo lo contrario lo estanca en un círculo vicioso de burocracia que lo ha hundido hasta el fondo de la corrupción.
Obiter dictum: Aplaudo de pie la actuación protagónica del fiscal Montealegre en la película El Paseo 3.