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Todo está acordado

El anuncio del Gobierno Nacional de un cese bilateral con la guerrilla de las Farc, producto del fin de las negociaciones para poner fin al conflicto, ha sido acogido en medio de un ambiente polarizado entre los líderes que representan las mayorías de los movimientos políticos más importantes de los últimos debates electorales en el país.

Pero más allá de las contiendas políticas de las campañas por el Sí o por el No, el análisis de los puntos sometidos a discusión por más de 3 años han surtido un resultado histórico, si y es histórico por qué ninguno de los más de siete gobiernos anteriores pudo lograr ponerse de acuerdo con la guerrilla más poderosa de Latinoamérica. Recordemos que la Constituyente de 1991 fue producto de acuerdos de tipo político con grupos de guerrilla y nuevos movimientos políticos estudiantiles que exigían una mayor y efectiva participación en los espacios de incidencia nacional, lo que supone un cambio estructural en la sociedad a partir del diálogo entre fuerzas o movimientos sociales.

El acuerdo final es una oportunidad para conseguir materializar el estado social de derecho, es una reivindicación del campo colombiano que ha luchado tanto por una intervención integral en las zonas rurales, en zonas donde nunca ha existido presencia institucional, diferente a los actores armados quienes vulgarmente se han delimitado zonas geográficas para fortalecer su capacidad militar y política. Así las cosas hoy tenemos unos acuerdos que buscan generar nuevos espacios de participación ciudadana.
> Fortalecimientos a las formas de organización comunitaria, campesinos
> Garantía a la oposición como un derecho.
> Transformación integral del campo.
> Por otro lado es atípico que desde un acuerdo de este tipo surjan medidas administrativas en materia de reparación integral a las víctimas,diferente a los procesos de negociación con los paramilitares.
> Se conformara una unidad de desaparecidos para contribuir a la verdad y reparación.
> Comisión de la verdad para el esclarecimiento de los hechos violentos los cuales harán parte del sistema integral de verdad, justicia, reparación y no repetición.

Hablemos de la participación como un mecanismo de transformación y eje transversal en la fase de construcción de paz, es uno de los puntos más importantes, no solo por la construcción de un estatuto de oposición, ni de las curules transitorias a las nuevas ideas y movimiento políticos de las zonas más devastadas en el marco del conflicto, sino también el fortalecimiento organizativo y los medios para ejercer las veedurías ciudadanas y hacer seguimiento al cumplimiento de todos los puntos acordados el pasado 24 de Agosto 2016.

Sin duda los medios de participación directa, los foros consultivos y validación de acuerdos demostraron que esta vía de inclusión social es el camino a la construcción y consolidación de la paz estable y duradera, ya que a través de ellos se logró concertar y estructurar consensos desde el territorio entendiendo la diversidad de contexto que existe en nuestra jurisdicción nacional.

Nuestras generaciones merecen que el legado histórico de hoy se convierta en la construcción de espacios de participación, donde la violencia no sea un medio para resolver nuestras diferencias.

Por José Blanco Calderón

Categories: Columnista
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