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Todo el reconocimiento para un maestro

Con la partida del acordeonero Rafael Ricardo se desprende un eslabón más de esa cadena musical de una generación exitosa del folclor vallenato.

Al hablar de la generación a la que perteneció el maestro Rafael Ricardo no se puede hacer referencia solo a su edad sino a la época de oro de esa camada de artistas que brillaron con luz propia y que marcaron una huella imborrable en el sendero musical de la región Caribe, pero que en su caso específico también trascendió a nivel nacional.

EL PILÓN, como medio de comunicación que propende por preservar, defender y difundir los verdaderos valores del folclor vallenato, enaltece hoy la memoria y obra musical del maestro Rafael Ricardo, quien se distinguió por explorar otras tonalidades de la música vallenata a través de la ejecución del acordeón piano, logrando conquistar territorios que antes eran vedados para el género vallenato. He ahí su grandeza y originalidad.

Se podría decir que Rafael Ricardo perteneció a “la edad de oro del vallenato”, a esa temporada que pereciera que hubiese estado reservada solo para artistas fuera de serie, en sus años de vigencia musical compitió con los reconocidos grandes del folclor como Alfredo Gutiérrez, Jorge Oñate, Los Hermanos Zuleta, Diomedes Díaz, El Binomio de Oro, Los Betos, Silvio Brito, entre otros de similar significación en el público, pero eso no fue impedimento para imponer su sello propio y trascender de manera exitosa.

Aunque duela aceptarlo, el inexorable paso del tiempo nos obliga a desprendernos de esos grandes valores culturales y musicales que poco a poco se van despidiendo, esta vez el turno le correspondió a Rafael Ricardo, a sus 73 años, sin duda que todavía tenía mucho para dar, no obstante, su aporte al folclor vallenato fue inmenso y quedará para la historia como ese referente eterno en cuanto a innovación en las tonalidades de la música vallenata, dejando de manifiesto que con el acordeón piano también se puede hacer todo aquello que se hacía con el instrumento tradicional.

Es por ello que con su partida ya hay voces que pregonan el inicio de una nueva leyenda musical, esa que nos puso a mirar y a sentir de otra manera la música vallenata, esa misma que escuchamos con otros sonidos y con cierto tinte de modernidad.

Además de acordeonero y cantante, en sus últimos años también estuvo activo como compositor, actor, docente y analista musical, su sapiencia y acertados apuntes obligaba al público a seguirle en el espacio de televisión que él dirigía con mucho profesionalismo y originalidad.

En la historia vallenata ya queda reseñado que un acordeonero distinto fue el encargado de inmortalizar canciones como ‘El mochuelo’, ‘Señora’, entre otras. Eso, las actuales y nuevas generaciones deben reconocerlo siempre y asimilarlo como un activo patrimonial de ese folclor que tanto nos enorgullece.

Gracias maestro Rafael Ricardo por presentar a nuestro folclor vallenato con un vestido más moderno, gracias por atreverse a innovar y con su estilo, al lado de su cantante Otto Serge, penetrar las fibras del romanticismo de nuestra música.

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