Todo nos incomoda y nos inconforma; con nada estamos a gusto y siempre queremos más y más y sobre todo sin trabajarlo porque nos volvimos holgazanes y flojos y solo vemos en el Estado a nuestro salvador permanente como si este tuviera la obligación contractual, política y afectiva para sostenernos y en especial cuando menos creamos iniciativas de ayuda para los gobiernos que cada día desmejoran sus arcas por la explosión demográfica usual y normal y por los agentes internos a los gobiernos por principios indebidos en el manejo de la economía como nación.
El estado de derecho permite ejercer derechos y deberes para con sus ciudadanos, pero los ciudadanos estamos también en la obligación legal de propender por un mejor estado, aportando ideas y soluciones a los múltiples problemas que se generan cada día.
Hoy tenemos un nuevo técnico para nuestra selección de fútbol y hay miles y miles de críticos inconformes con tal decisión, en especial algunos de los comentaristas deportivos; pensamos en una reforma tributaria para mejorar las arcas gubernamentales y la oposición sin conocer las razones de fondo, estalla indolentemente como si fueran ataques premeditados a la sociedad; esbozamos una idea liberal o conservadora estable y benéfica y sin el debido análisis protestamos a través de grupos, grupillos, movimientos y asociaciones políticas que siempre llevan la contraria si en algo se rozan sus intereses; todos exigimos, pero nadie está resuelto a entregar.
Qué bueno los cambios si se tuvieran en cuenta los actos demócratas como deben ser: proporcionales a la intervención directa de las comunidades emprendedoras, en donde los temas de participación primen y depongamos las críticas destructivas que generan odios, resentimientos y mala fe cuando de construir algo se trate.
Hoy gana la izquierda, y las mentes sanas en su mayoría de otras ideologías, es especial internacionales y después de meditaciones profundas, promulgan ayudas para buscar un país mejor con cambios que favorezcan al bienestar social, pero enseguida revientan los opositores, los negativos, los violentos mentales y los que gozan con la intranquilidad nacional, y contradicen todo, pues interesa más el conflicto que la paz ya que siempre han pensado que el conflicto es la vía final.
Decía el presidente Kennedy que “con la mitad se gana, pero es difícil gobernar con la otra mitad en la oposición”; que gran reflexión para que los que ganan el poder piensen en la democracia participativa y la colaboración con los consejos de los sabios para sacar un país adelante en estos momentos de diferencias ideológicas no consecuentes con los problemas sociales.
La historia la hacen los osados, no los charlatanes; el bienestar lo consiguen los nobles y tolerantes, no los insensatos llenos de inconformismos.
Tócate a ti mismo y solo así estarías mostrando a los demás el orden de las realidades y el sendero de la justicia.