La suerte de la exsenadora Aida Merlano, una de las pocas personas procesadas por corrupción electoral en Colombia, además de la fuga de preso que se le endilga en el sonado caso que también involucra a los Char y a los Gerlein, no ha hecho eco en el Colectivo Feminista.
Sin pretender defender la moral de la dirigente conservadora, hay aspectos que deben ser denunciados y transformados como la exclusión, la violencia y la discriminación que padecen las mujeres en más de la mitad de su población, visible en el clasismo judicial que subyace a nivel mundial, sin reproches a la vida íntima de tantas famosas como Elizabeth Taylor o la princesa Diana de Gales, exesposa del rey Carlos Tercero de Inglaterta por sus infidelidades, defendida en los estrados judiciales a poco de su muerte trágica, suerte que no ha tenido la Merlano.
La Ley 5a. de 1992 modificada y adicionada por la Ley 1434 de 2011, creó la Comisión Legal para la Equidad de la Mujer del Congreso de la República, pero es letra muerta para reivindicar derechos de la excongresista atlanticense.
Es un tinglado de burro amarrao pa’ tigre, donde la balanza se inclina en la telaraña de la justicia, rota por las moscas y atrapada por los moscones.
Fugada y deportada de Venezuela, no le es fácil escapar del triángulo “sociedad, miseria y crueldad”, aunque lo intenta, porque hay arañas de patas fuertes, dueñas de la tela, prestas a manipular y devorar.
Me extraña araña que siendo mosca no me conozca, puede ser el gracejo en la cárcel del Buen Pastor en Bogotá, tras el rifirrafe que protagonizó la reclusa con la guardiana que le propinó una golpiza, hecho que genera suspicacia, entre la disputa por un celular, o si fue que la mandaron a golpear adrede para intimidarla.
Para proteger la vida de la exlegisladora, quien tiene mucho que contarle a la justicia, su abogado Miguel Ángel del Río logró el traslado de la celebridad a una guarnición militar en Malambo (Atlántico), pero lo inaudito es que ninguna organización feminista protectora de los derechos humanos, de las tantas que hay en el país, se haya pronunciado para reclamar un proceso justo, independiente de lo que encarne su rol social.
ONU Mujeres, es la organización de las Naciones Unidas que desarrolla programas, políticas y normas con el fin de defender los derechos humanos de las mujeres y garantizar que todas alcancen su pleno potencial, pero vemos un machismo acendrado, posesivo y desafiante, que desborda en feminicidio, sumada la cosificación que degrada a la mujer, vista bajo estándares retorcidos de belleza, en desmedro de valores y cualidades que también caracterizan al mal llamado sexo débil.
Y sobre derechos en equidad de género tiene un pedestal ganado en la historia colombiana el general Gustavo Rojas Pinilla, quien en ejercicio de su dictadura presidencial introdujo el voto femenino, al tenor del Acto Legislativo número 3 de 1954, que por primera vez consagra el voto popular para las mujeres mayores de 21 años, ratificado por el Plebiscito de diciembre de 1957, tema que ilustra muy bien el historiador barranquero, Carlos Contreras Ureche.
Y no es que la historia se repita, es que los hombres no cambian, en su empeño de mantener relegada a la mujer, en lugar de promover la participación de ellas en la gestión pública mediante la demanda de políticas con enfoque de género.
Por Miguel Aroca Yepes