Yo habría resuelto definitivamente mi problema si en lugar de un dispensador eléctrico de agua (fría) me hubiera decidido, a lo antiguo, por un tinajón de barro con tapa de madera, de esos montados en un tinajero en los que había que usar un cucharon de peltre para servir el líquido, lo que equivale a agua fresca permanente, sin consumo de energía eléctrica y sin tener que ir a Home Center, que brinda de las peores asesorías a sus compradores y termina uno adquiriendo lo que supuestamente necesita, casi a ciegas, y por supuesto, con un tremendo margen para errores.
Como en efecto hubo de suceder, pues esos grandes almacenes han establecido una extraña política de mercadeo en la que el cliente tiene que desenvolverse solo guiado por unos deseos y necesidades, pues casi no existen los asesores y termina uno comprando el producto que no es, pero que cree que sí, pero que no corresponde a tus requerimientos, como me sucedió con el tal dispensador.
Uno supone que un aparato de esos debe producir agua para atender un consumo familiar, hogareño, pero, sorpresa, lo que escogimos, guiados por una bonita apariencia, realmente suministra un vaso de agua “fría” cada media hora, lo que traducido a la realidad equivale a que si yo tomo, quien me siga debe esperar media hora. Por allí, en letra microscópica, debe estar dicho, pero es que eso no lo lee nadie.
El engaño acecha y es así que en forma reciente he tenido varias experiencias negativas adquiriendo productos por internet, como por ejemplo un adminículo que se promociona para mantener a raya a perros callejeros con un supuesto ultrasonido. La experiencia es que nada de ultra y nada de sonido, los canes se ríen.
Conseguí también unas bandejas que insertadas en la nevera prometían más espacio, pero resultaron unos aparaticos en donde no cabe ni una habichuela.
¿Y qué decir de la loción para cierto tipo de infecciones? Me llegó una crema antisolar, reclamé y vi que estaba perdido y desistí.
Y así me imagino que le sucederá a cientos de personas diariamente. En el primer caso por la pésima atención al cliente y en los otros porque definitivamente la publicidad engañosa es silvestre y se necesita mucha prevención para evitar los ardides.
Si no te asaltan en la calle cuchillo en mano, lo harán a través de internet. Así de expósitos andamos en manos de vulgares delincuentes callejeros o sofisticados ladrones en la web.
A la conclusión a la que se llega con trabajo y después de varios garrotazos es que hay que comprar productos de marcas reconocidas, y más precisamente aquellas que están incluidas en la United Listed (UL) o que tengan certificación de calidad de una entidad seria, que las hay.
Todo se volvió eso, un campo sembrado de minas cada vez más denso que ayudan a la inconformidad general al ver que no existe ‘El chapulín colorado’, sin nadie que lo defienda.
Y si bien existen entes de control sucede que al presentar una queja o reclamo va a tener un trámite, pero la decisión demorada, tardía o evasiva harán de tu demanda algo inane, inútil, que te hará pensar y actuar alrededor del abandono de esta, asunto que ya se encuentra estudiado y allí es donde está el meollo del asunto.
Te ganan por cansancio, por el peso de una posición dominante, por el tráfago de requisitos impuestos para poder reclamar, una especie de cuesta arriba diseñada para Nairo, pero no para mortales como el grueso de la ciudadanía. Así estamos.
POR: Jaime García Chadid