@jflafaurie
Hace pocos días le preguntaron a Humberto De la Calle si Timochenko podría ser presidente en 2018 y respondió que eso podría pasar, pero dependería del Tribunal de Paz, en lo que el doctor De la Calle se equivocó, pues entre tantas transformaciones a nuestro ordenamiento democrático, el Acuerdo dejo claro que: “La imposición de cualquier sanción en el SIVJRNR no inhabilitará para la participación política…”
Es decir, que así no sea amnistiado –como no lo será, para tranquilidad de la fiscal Bensouda–, recibirá una pena “restaurativa” por sus crímenes –amnistía efectiva–, con limitaciones de residencia, pero podrá sembrar lechugas en una huerta comunal en las mañanas y dedicarse en las tardes a su campaña, sin que nadie se lo impida, con un derecho subido a la Constitución.
El Acuerdo sobre Fin del Conflicto se refiere a la financiación de las campañas de los candidatos a Presidencia y Senado por el partido de las Farc para 2018. Lo curioso es que Timochenko insista en que “nadie en las Farc está en función de ser presidente”, mientras reiteran que su objetivo es la toma del poder para instaurar el socialismo. El presidente Santos, por su parte, se limita a que a eso no hay que tenerle miedo, porque “quién va a votar por las Farc”.
¡Cómo no moñito! El Gobierno y su Unidad desprecian la capacidad política de las Farc. En 2008, cuando salimos por millones a rechazarlas, su favorabilidad era del 1%. Hoy, después de cuatro años de champú mediático, su favorabilidad es del 11%.
Para 2018 tendrán un nuevo partido con 14.000 activistas disciplinados, más la Marcha Patriótica, la renacida UP y la izquierda democrática.
Para 2018 contarán con las concesiones del Acuerdo: 26 curules, 30 emisoras F.M., más la participación en medios de todos los partidos; financiación preferencial para sus campañas y, por supuesto, los recursos del narcotráfico y sus actividades ilegales.
Para 2018 contarán con promesas que podrán levantar como bandera, comenzando por tres millones de hectáreas regaladas en las regiones donde tienen control territorial, las mismas donde quedarán las 16 circunscripciones especiales y donde están los 118 municipios para la acción prioritaria del Acuerdo. Para 2018 se habrán iniciado en la política partidista, en un país hastiado de corrupción, de politiquería, de mermelada y de injusticia.
En la otra esquina estará el Centro Democrático, hoy oposición y mañana bastión para resistir la avanzada socialista. Y estarán los partidos de la Unidad, ya para entonces desunida, con los dos “tradicionales” pelechando con otros partidos insípidos, con ideologías refundidas entre intereses burocráticos y otros menos santos.
No es una posición apocalíptica, es algo que “puede ser”, como respondió De la Calle cuando le preguntaron por una aspiración presidencial de Timochenko. Dios nos proteja.