Todos los colombianos éramos y somos conscientes que ese momento, incómodo para el sentir de toda una nación golpeada por un conflicto armado por más de medio siglo, pero necesario para garantizar la etapa de postconflicto, tenía que llegar. Hace un par de semanas el Consejo Nacional Electoral le concedió personería jurídica al partido político de la Farc, lo que, por supuesto, trajo como consecuencia que este movimiento expusiera ante la luz pública sus candidaturas para las próximas elecciones, lanzando a la arena electoral a Timoleón Jiménez ‘Timochenko’ e Imelda Daza, como su apuesta para las elecciones presidenciales.
Indiscutiblemente, tal y como ha pasado en otros Estados donde se han llevado a cabo procesos de paz, el postconflicto es quizá una de las etapas más intrincadas de este tipo de transiciones, sobre todo en los temas de implementación. En Colombia no ha sido posible concretar el tema de la Justicia Especial para la Paz por culpa de un gobierno incompetente y de un Congreso hambriento de coimas y burocracia. No estoy de acuerdo, de manera rotunda, que quienes conforman la Farc se lancen al escenario político sin antes haber pasado por la justicia, ese es el conducto regular, pero ¿Cómo?, si ni siquiera se ha aprobado la ley estatutaria del órgano judicial encargado de juzgar las conductas punibles que se les atribuyen.
Después de haber cometido el error político e inmoral de dejar como nombre al nuevo movimiento político las siglas que ayer, hoy y siempre seguirán siendo sinónimo de guerra y confrontación, la Farc llega al espectro político totalmente desconectada con la realidad del país. No tienen un tono conciliador, sí uno de orgullo, prepotencia y soberbia que divaga por el mundo de la sandez, basta con analizar el actuar de Jesús Santrich. No han dimensionado el hecho de pasar a ser actores de la política, más en su condición de excombatientes de una guerra tonta.
‘Timochenko’ es un personaje con un pasado bélico bastante desagradable que hoy reta a la sociedad colombiana, en especial a las víctimas del conflicto, lanzándose a la arena política, posando como adalid de la moral, creyendo que su candidatura es una sinonimia de cambio y nuevos tiempos para Colombia. Adhiero a la opinión del abogado, profesor y columnista Francisco Barbosa: “Más que una provocación por parte de la Farc con sus candidatos y su participación política, es una torpeza”.
¿Y qué decir de Imelda Daza? Me atrevería a afirmar que ningún cesarense se esperaba que ella fuera a ser la fórmula a la vicepresidencia de ‘Timochenko’. En la entrevista que le hizo Vicky Dávila en la W estuvo llena de respuestas ingenuas, frías, esquivas, y en ocasiones, indolentes. No tiene presentación decir frente a la candidatura de ‘Timochenko’ simplemente que: “en este país que tire la primera pierda el que se sienta libre de culpas”. Como tampoco pedir generosidad, agradecimientos y aplausos para la Farc por el gesto de haber dejado las armas.
Imelda miente al decir, en materia de economía, que no están proponiendo modelos socialistas ni comunistas, cuando es de público conocimiento que es ese su ideario.
También le dijo a Vicky Dávila, y a todo un país, que el odio hacia las Farc fue inocular, en otras palabras, fue creado a la fuerza. Se equivoca la señora Daza, el odio a las Farc, al igual que hacia los paramilitares, agentes del Estado y demás colaboradores que han fomentado y auspiciado esa guerra que ha desangrado a la sociedad colombiana, se lo ganaron por mérito propio, es absurdo decir lo contrario.
El próximo Gobierno tendrá a su cargo la titánica labor de conducir al país en el enfrentamiento de retos en lo referente a postconflicto, economía, desigualdad, agricultura, orden público, pobreza, desempleo, gasto público social, entre otros, puntos que vienen en una recesión preocupante desde otrora, urge tomar medidas.
Como demócrata y como creyente de que sí es posible darle un nuevo rumbo al país, mi posición política radica en que en estas próximas elecciones debemos derrotar en las urnas contundemente al clientelismo, la mediocridad, el populismo, la corrupción, el caudillismo, el excesivo centralismo, el radicalismo, la paquidermia legislativa, a la izquierda y derecha extremista, a todo síntoma de guerrilla y paramilitarismo, a todo lo perjudicial, y desde luego, a: ‘Timochenko e Imelda’.
@camilopintom