Tierra arrasada

Durante toda la historia de las guerras y particularmente en la de los Balcanes, en la década de los noventa entre bosnios, serbios, croatas y musulmanes, se llegó a un punto de barbarie donde algunos de los bandos combatientes  ante la inminente invasión del ejercito enemigo preferían quemar todo, casas, cosechas, infraestructura y en algunos casos envenenar a sus mujeres e hijos con tal de no caer en manos del enemigo; a esta táctica se le conoce como “Tierra arrasada”.

Lo que suceda políticamente en el 2026 podría semejarse a esta táctica de guerra en el entendido en que si vuelve a ganar la izquierda continuará con el modelo actual que más temprano que tarde terminará llevando al país a la ruina, puesto que su génesis está cimentada sobre la estúpida idea que solo quitando a los ricos para darle a los pobres es la única forma de consolidar su patética política de igualdad, cuando lo que se necesita es la equidad a través de la producción de más riqueza para que por el efecto “derrame” se beneficie a toda la población.

Pero acecha otro peligro: la confrontación ideológica izquierda-derecha y convertida por este presidente en una lucha de odios entre clases que ha llevado la polarización a su punto más alto y nos lleva a un escenario político donde no hay adversarios sino enemigos personales que a través del poder del Estado lo que buscan es vengarse del otro, así sea usando el aparato judicial para persecuciones que terminan generando una distorsión del poder de quien lo ostente en el momento.

Si las elecciones las ganan los que se matricularon como acérrimos enemigos de Petro, y suponiendo que éste gobierno haya hecho algo bueno, pues sencillamente será arrancado de raíz puesto que no hay lugar a reconocerle un ápice de logro  a semejante mitómano que dedicó todo su periodo a criticar y  destruir  todo aquello que oliera a Uribe o a Duque. En mi caso, les puedo decir que tengo mis diferencias con la gestión de Uribe y mucho con la de Duque, pero sería uno muy miope no reconocer los aciertos de estos gobiernos, particularmente el de Álvaro Uribe.

Ahora bien, ¿con cuál discurso abordará el Pacto Histórico, o lo que queda de él, las elecciones del 2026? Yo creería que el Congreso le dio la excusa perfecta para montarse en el caballo del discurso del saboteo y vender la idea que no les alcanzó el periodo de cuatro años  por lo que necesitarán al menos ocho mas o doce, o en su defecto, 26, como los que lleva el Chavismo en Venezuela  con un discurso alimentado por las sanciones de USA y por el asedio de la oposición que ha intentado de todos los modos posibles tumbar a la dictadura sin ningún éxito y sí con el efecto, sobre todo un país, que se empobrece y se hunde día a día en el desastre. 

No nos llamemos a engaños, a pesar de las profundas diferencias políticas que dejó la época de la violencia entre conservadores y liberales y que fueron  apaciguadas con el frente nacional, la alternancia de gobiernos de orillas ideológicas diferentes, aun así, le permitió al país avanzar en todos los sentidos, y un ejemplo de ello fue el gobierno de Alberto Lleras Camargo, que recogió las banderas de ambos partidos logrando un exitoso gobierno al igual que los que le sucedieron, a excepción del gobierno conservador de Misael Pastrana Borrero sobre el que tengo profundas discrepancias que no serán motivo de análisis en esta columna.

Si Petro se ve perdido en 2026, incendiará al país apelando a lo que sabe hacer, acudirá a la violencia y al desorden auspiciado por su fortalecida “primera línea” a los que tiene en cargos claves del gobierno y con presupuestos gordos. Pero si ganan sus enemigos, se irán con todo contra él y con todo lo que huela a Petro y tampoco será saludable ni para la democracia ni para la economía; por ende, se requerirá un gobierno que abandone la polarización y conduzca al país hacia el desarrollo y la verdadera pacificación; y de una les digo, dentro de éste perfil no están ni de cerca Fajardo, Claudia López y mucho menos Juan Daniel Oviedo.

Aprovecho para advertirles: ¡ojo con Claudia López! Es una cucharada de veneno disfrazada de vitamina.

Por: Eloy Gutiérrez Anaya.

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