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The Economist y nuestro aporte a viejas y nuevas energías

Antier publicamos un análisis de la prestigiosa revista mundial sobre el impacto de las nuevas energías y el nuevo orden de la geopolítica.  Según ella las energías limpias desplazarán a las de los fósiles pero ese camino que se ha abierto sin regreso no será tan fácil como se puede suponer. De hecho el 85 % de la energía mundial aún la producen estos energéticos, como el carbón o el petróleo.

 El carbón, tratándose del térmico que es el producido en nuestra región, que tiene un buen poder calorífico y bajo contenido de azufre (este último aspecto que lo hace menos contaminante, le puede dar aun en su declinación cierta longevidad y competitividad) es un mero insumo para generar la energía eléctrica.

 El petróleo tiene poco uso en la generación de energía eléctrica pero no ha habido un fácil sustituto en los vehículos de transporte a pesar del uso del gas, del biodiesel, etanol o de la misma electricidad. Hoy se da la situación, en ciertos países, que se genera por la combustión del carbón y esa energía eléctrica mueve los buses del transporte. Llegará el momento en que los carros eléctricos usarán la energía generada en un proyecto solar o eólico.  Pero en  industrias como la de barcos y aviones no hay, por ahora, un mejor energético que los refinados del crudo.

No se ha pensado en que un avión o un barco eléctrico atraviesen el océano. Aunque hay cohetes y dispositivos espaciales que se mueven con la energía solar.

The Economist estima que con los montos que hoy el mundo gasta en las nuevas energías el proceso de cambio será muy lento.

Y si venimos a nuestra gran provincia es evidente la lentitud del crecimiento en esas energías. Los aspectos regulatorios, de consultas con las comunidades, que en ocasiones se multiplican para hacer más engorroso el trámite cuando no es que se están moviendo hábilmente asesores legales que quieren sacarle partido al asunto, y hasta las dificultades ambientales, paradójicamente para establecer energías ambientalmente limpias, como las del viento y el sol.

Hoy se duda de que a pesar de que hay un compromiso de ofrecer en firme esa producción de energía de La Guajira,  principalmente en proyectos eólicos de 2.500 MW, se arriesga que no estén en 18 meses como se estimó porque hay una maraña de consultas y trabas, y acciones judiciales e intervenciones de los órganos de control como La Procuraduría, que vienen impidiendo la construcción de los proyectos y el de la línea de alta tensión que se diseñó y contrató para que la empresa de energía de Bogotá EEB, la construya entre la alta Guajira y la subestación de El Paso. En este punto de conexión en el Cesar esa carga entrará al sistema integrado nacional.  El retraso de esa línea, llamada La Colectora, se ha abordado en nuestras páginas.

Nos merece atención el reconocimiento expreso que The Economist ha hecho del gas como el combustible limpio de excelencia para la transición energética.  La apuesta que se hace en El Cesar por el gas tiene entonces gran legitimidad y podrá moderar la encarnizada discusión que ya se vislumbra con su ‘método y modalidad de extracción’.

Categories: Editorial
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