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“Téngalo… Aquí es”

De cómo nació EL PILÓN y cómo llegó la primera máquina que hace parte de la historia de este medio de comunicación.

De pronto. Desde la profundidad de la calle se escuchó un grito y una voz anunció: “téngalo. Aquí es…”. Era sábado por la mañana y al interior de la vieja casona que ahora servía de oficinas, todos quedaron turulatos. Esa era la noticia que estaban esperando. Al instante sus caras se llenaron de alegría y en “gavilla” asomaron sus cuerpos por la puerta principal.

Era el inicio de lo que hoy se constituye en uno de los periódicos más importantes de la costa norte de Colombia y la cristalización de un grupo de profesionales que meses antes se habían constituido en Crear Siglo XXI, (Comunicaciones Integrales S.A.) y entre sus metas estaba la creación de un medio de comunicación.
El barrullo se extendió por todo el barrio Cañaguate, sector tradicional de Valledupar. La esquina de la calle 14 con carrera octava comenzó a llenarse de curiosos que todavía no sabían lo que estaba pasando. Una “mula” estaba atravesada de acera a acera sobre la vía. En su interior varios hombres con acentos del interior del país, pedían explicaciones y solicitaban ayuda porque la carga que traían consigo era muy pesada y no daban abasto para bajarla.
Sin saber a ciencia cierta cuál era la carga, todos querían ayudar. El desespero de los cachacos era notable. Habían emprendido un largo viaje desde la capital del país, dos días antes y estaban exhaustos.
Lo que no percibían “los Heraldos camioneros”, era que en su vehículo estaba el sueño de varias familias de raigambre vallenata que después de muchos intentos lograban consolidar la idea de fundar un periódico local y regional.
Uno de los primero en salir fue Dickson Quiroz, seguido por “Vallenatín”, quien era escoltado por Leonor Cuello de Santander. Ya en la calle, al lado de “la mula” y dando indicaciones al mejor estilo de un director de orquestas estaba Albert Castro más conocido como “El Negro”, que de manera desenfrenada interrogaba a los paramunos.

Era el inicio de lo que hoy se constituye en uno de los periódicos más importantes de la costa norte de Colombia.

Por fin llegaba la primera máquina de litografía Multilith donde se imprimió, varias semanas después, la primera edición de El Pilón al Grano, hace 20 años. Aquel 17 de septiembre de 1994. Así nació El Pilón.
Las labores de descargue de esta pesada maquinaria y otros elementos, ocupó todo el día y parte de la madrugada. Luego vino la instalación y prueba de color, de tintas, de configuración, que duró otros tantos días. Acompañados de la capacitación a los prensistas entre ellos el recordado Ezequiel Fúquene, traídos de diferentes partes de Colombia.
Y allí estamos. Por supuesto un grupito de periodistas recién graduados a quienes nos dieron la responsabilidad de echar a caminar este proyecto que hoy es orgullo de los vallenatos y del Caribe colombiano. Todos nos empeñamos en esa tarea: Ana María Baute, (Q.E.P.D.), Pablo Camargo Alí y Jaime García Romero. Además de la veterana periodista Dennys Pérez Moreno, encargada de los especiales regionales.
Nuestra labor comenzó meses atrás. Fuimos encargados de ejercer una especie de gerencia periodística: hablar con personalidades de la ciudad y del departamento, recopilar información tanto periodística como fotográfica para ir conformando el archivo del nuevo medio de comunicación. Pedir hojas de vida, hacer entrevistas y conformar la línea de fuentes que serían el sustento del nuevo periódico. También establecer con los dueños del periódico quiénes serían nuestros primeros columnistas. Entrevistamos muchas personalidades del jet set local y poco a poco fuimos creando nuestro banco de información. La tarea no fue fácil, pero si placentera.
Por ello, cuando se decidió la fecha de sacar nuestra primera edición, ya el país vallenato conocía de las pretensiones de que Valledupar y la región tuvieran otro periódico. En ese entonces circulaba el tradicional Diario Vallenato de la periodista Lolita Acosta.
Una a una fueron llegando las máquinas necesarias para conformar el andamiaje tecnológico. Y cada llegada representaba una nueva alegría y un nuevo alboroto en todo el barrio y entre el personal técnico. Los dueños rebozados de júbilo contagiaban a los periodistas que especulaban sobre la fecha de salida. La esperanza seguía creciendo y cada nueva herramienta era un sorbo de energía y confianza en que las cosas iban por el camino señalado.
La empresa familiar que además se dedicaba a asesorías en comunicaciones institucionales y a las artes gráficas tenía claro que solo del periódico no se podía sostener y ya por eso, venía incursionando en estos temas. Por mucho tiempo los esfuerzos se encaminaron a las artes gráficas: afiches políticos, hojas membreteadas, facturas, en fin, pero la meta era el periódico.
Los vaticinios y augurios no eran buenos. En su mayoría todos concluían que la ciudad no estaba preparada para tener dos periódicos. Sin embargo, la idea estaba rodando y para los organizadores no era descabellado que la ciudad de los Santos Reyes se merecía un nuevo medio de comunicación pero con un carácter más regional. Con el tiempo se demostró que sí había cama para tanta gente.
Poco a poco fue tomando forma y madurando este quijotesco proyecto que inicialmente sería un periódico mensual, luego quincenal hasta convertirse en diario. De hecho la segunda edición de El Pilón solo vio la luz hasta octubre de ese mismo año. De allí en adelante arrancó con más altibajos que éxitos económicos esta casa editorial que hoy llega a sus primeros 20 años de vida, que son la mayoría de edad, pero sí el derrotero correcto para seguir contando la historia de Valledupar, la región y el país.
EL PILÓN hace parte de cada rincón, de cada calle, de cada parque, de cada poste, de cada árbol, de cada una de las notas de los acordeones, de las guacharacas y cajas que suenan en la ciudad. Cada vallenato lleva en su corazón una parte de su periódico y así lo sienten como propio.
Que como el tango sentir que estos primeros años son un “soplo en la vida… que 20 años no es nada”, pero que a la vez su febril mirada nos prueban que aquel sueño impulsivo de ese grupo de vallenatos, hoy es una realidad.
Este periódico crece cada día. “Cumple a cabalidad su misión de informar, orientar, investigar y opinar”. Que vengas otros veintes años más multiplicados por setenta veces siete, como la parábola bíblica. Buen viento y buena mar. Y qué orgullo hacer parte de esta historia. EL PILÓN “Es lo nuestro”.

Por: Jaime Garciaromero
@jaigaro

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