Por: Jose Gregorio Guerrero
Dedico este escrito a Gladis Ramírez “la mona”, mi hermana, pieza fundamental en los recuerdos de mi vida. Hoy ciudadana insigne del cielo inmenso.
Esa mañana, a finales de la década de los años setenta, recuerdo haberla visto tendiendo sobre la mesa del comedor una cartulina blanca; en donde horas más tarde reposaría el rostro pétreo de la carpa en tonos de acuarela muy bien manejada; con ese gesto eterno de gitana atribulada. Gladis la había pintado de manera magistral con el único fin de tranquilizar mis necedades, me mostraba el dibujo y me decía: aquiétate o llamo a “La Carpa” para que te lleve; era la panacea de mis necedades. Otro día amaneció con la nariz fileña, fue dueña de un misterio que solo ella supo, hasta el momento en que estornudó y salieron de su nariz un par de palitos volando, y aquella nariz regreso a lo que todo el tiempo fue.
Recuerdo cuando me embadurnaba el pulgar derecho de picante para que no me lo chupara; me advertía a su manera de las cosas del amor y remataba el cirirí con un: búscate una que te quiera de verdad verdad. Hoy confieso algo, Cuando comenzó su enfermedad poco la visitaba, como para írmela sacando del pecho, solo la llamaba por teléfono, y le hablaba locuras para robarle una sonrisa, entonces ella reventaba con una barbaridad y reíamos hasta el cansancio.
Hoy se marcho, se fue en su ley, sin ser peso para nadie. Murió como deseamos morir todos, cobijados en un sueño profundo; se marchó a las 5:30 de la mañana, y no me dijo nada. A esa hora iba entrando a un hotel y me dice la recepcionista: lo llaman, es para usted. Era mi madre; me dio la noticia muy suavemente como para no estropear las fibras mi alma. En el hall se encontraban unos negros de trinidad y Tobago cantando unos canticos hermosos; sin darme cuenta me sumergí en ellos.
Quise deprimirme en esa soledad, pero luego medité y saqué del baúl los recuerdos vividos de mi infancia junto a ella; cuando se paraba enfrente al espejo y cantaba con un cepillo de pelo en la mano que hacia de micrófono, las canciones de Rafaela Carrá, de Vicky, Yuri, de José José; y se desordenaba el cabello para cantar como Amanda Miguel “él me mintió, el me dijo que me amaba y no era verdad” y yo le decía que le cantaba esas canciones a un enamorado, “Lucho” Martínez, que vivía de tras del cementerio central; entonces le salía de adentro un “ pa fregate” sus amigos de la época no la podrán olvidar: Alfredito Noches (q. e. p. d) Rodrigo Morón, William Gómez, Roberto Muños, su comadre Martha Monsalvo, Lubín Barranco, La Nani Martínez, Marlene Angarita, Ramiro Tapias.
Lo más triste, llegó a la clínica con un dolor en el brazo y en la pierna izquierda; luego le pasó al abdomen, y por ultimo, el dolor habitó su pecho, y los médicos le dijeron que no era nada. Este es un tema que más adelante abordaré. Porque la vida para el sistema de salud no vale nada.
A Aba, a tio Joaco, a Edgar, Laura, Ina, Josefa, Joaquito, Beatriz a todos. Sólo le pido a Dios nos llene de fortaleza para enfrentar esta realidad. Paz en tu tumba Mona, te quiero y te querré.
Feliz fin de semana
goyoguerrero100@hotmail.com