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Tauro

Jazmín Adriana Mercado Fornaris

Hace cinco años en la perrera,  una familia decidió adoptarme llevándome con ellos a su hermoso y cálido hogar; el mismo día en que llegué me colocaron mi primera vacuna, dolió un poco y lloré un buen rato, pero mi nueva familia estaba conmigo y me sentí seguro, dejé de llorar y luego nos fuimos a casa, al llegar me dieron un tazón de leche tibia, la sentí muy sabrosa, después de unos minutos decidí acostarme a descansar en el pasillo.

Pasados algunos minutos, decidí ir a la sala donde se encontraba mi familia y sentarme en el suelo a mirar televisión con ellos.

En la noche pude compartir más tiempo con mi nueva familia, sin saber que iba a querer como nadie se imagina a esas lindas personas. Para dormir me habían dejado una cajita, la cual tenía una toalla, no sabía para que era, entonces decidí acomodarme en la caja hasta que todo quedó en silencio y completa oscuridad; empecé a llorar porque me sentía solo, después de unos minutos llegó la hija menor de la familia llevándome a su habitación dejándome dormir con ella; desde ese momento me encariñé mucho con mi dueña y juré no dejarla sola y ser su mejor amigo y compañero.

Poco después, en el mes de diciembre, mi familia salió de vacaciones llevándome con ellos para la costa, en donde me enfermé un poco con dengue y me tuvieron que internar en una veterinaria en donde me colocaron unas vacunas y un líquido por la patita, luego me llevaron para la casa, donde me cuidaban día y noche para que no recayera de nuevo, cuando estuve mejor me llevaron a la playa y corrí por ella como loco, estaba muy contento ya que nunca había estado en un lugar así de hermoso.

Me sentía muy feliz luego de tanto correr y jugar con mis dueños. Quedé muy cansado y cuando llegué a casa quedé rendido, dormí como bebé. Después de unos días nos regresamos a la ciudad listos para empezar un nuevo año lleno de alegría y amor.

Por: Jazmín Adriana Mercado Fornaris – I.E. Eduardo Súarez Orcasitas

Periodista: