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De eso tan bueno no dan tanto

Es un dicho popular muy conocido, que aplica para aquellas situaciones engañosas en las cuales pareciera que acceder algún beneficio, casi siempre económico, resulta en extremo fácil y rápido. Pues bien, sin haber comenzado en firme la campaña presidencial, se oyen propuestas de corte populista, que ofrecen ríos de leche y miel, con el fin de ganar el apoyo de incautos electores. Y deseo referirme en concreto a la propuesta de un precandidato a la presidencia de bajar el IVA, y el impuesto a la renta de empresas con programas especiales para la micro y mediana empresa, como condición necesaria para reactivar la economía del país. Si hay algo que resulta odioso para los colombianos de a pie, es la palabra “impuestos”, pues es realmente indigno que, en un país con tanta desigualdad como el nuestro, se paguen elevados impuestos que a la postre, no se ven reflejados en obras de beneficio común, sino en actos de corrupción por parte de los servidores públicos, muchos de ellos elegidos por voto popular.

Dicho lo anterior, escuchar que un candidato proponga rebajar los impuestos, debe sonar como música para nuestros oídos, pero hay que ser prudentes pues “de eso tan bueno no dan tanto”. En los últimos 20 años Colombia ha tenido 12 reformas tributarias coyunturales, que no estructurales, todas ellas procurando conjurar la grave situación fiscal por la que atraviesa el país. Es más, el Presidente Santos, ha realizado tres reformas tributarias, no obstante haber prometido en campaña que no iba a subir los impuestos.

No resulta creíble en los actuales momentos, la propuesta de rebajar impuestos que, dicho sea de paso, atiende a estrategias de vieja data, puestas en práctica por partidos de la derecha del viejo continente. Considero que, de darse la rebaja de impuestos, pasaría lo mismo que sucede con el ilusorio aumento del salario mínimo, que tan pronto se aprueba, vienen las alzas, en detrimento de su poder adquisitivo. Creo que antes de pensar en este tipo de propuestas, debería buscarse la manera de gravar de acuerdo al patrimonio económico de cada persona, de tal manera que no sea siempre la clase media la que asuma la mayor carga impositiva. De otra parte, valdría la pena escuchar candidatos que se comprometan a castigar ejemplarmente los actos de corrupción que dilapidan el erario, y por último sancionar drásticamente a los evasores de impuestos, que en Colombia abundan, y cuyos capitales se encuentran en los llamados paraísos fiscales, o representados en bienes adquiridos en el extranjero. A propósito, alguien sabe ¿en que van las investigaciones de la Dian, por el escándalo de los papeles de Panamá?

darioarregoces@hotmail.com

Por Darío Arregocés Baute

 

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