El suicidio es un problema de salud pública, lo dice la OMS; sus causas son multidimensionales, algunas inmediatas, otras remotas. Dentro de las inmediatas podemos citar el bullyng, la falta de aceptación sexual y de orientación psicológica, así como la ausencia de padres y conflictos amorosos que explican hasta el momento el 56 % de las ocurrencias. Detrás de estas causas podrían esconderse aspectos culturales, económicos, sociales, religiosos, patológicos y hasta de dignidad como ocurre en Japón; incluso, podrían incluirse componentes genéticos; conozco algunas familias en Valledupar que han registrado, al menos, dos suicidios cada una.
Su prevención es tan importante que la OMS lo incluye como uno de sus objetivos para el 2030, como es reducir su incidencia a 3.4 por cien mil habitantes. El suicidio ocurre en todos los países del mundo, pero en 2015, el 78 % de los suicidios ocurrió en los países de ingresos medios y bajos. El suicidio se produce a cualquier edad, pero es en el rango de 15 a 29 años donde se dan las mayores ocurrencias, siendo la segunda causa de muertes en este grupo etario. Cerca de 800.000 personas se suicidan en el mundo cada año.
Países como Polonia, Ucrania, Bielorrusia, Simbabwe, Sudán y Japón, ocupan los primeros lugares en suicidios; aquí se dan tasas de hasta dos dígitos. En Colombia, según el INS, la tasa media de suicidios entre 2005 y 2014 fue de 5.22, aunque según el INS, los intentos de suicidios ascienden a 18.4 por cada cien mil, 3.5 veces los que realmente se concretan. Las alarmas por el incremento a partir de este periodo, según Forensis, se han encendido porque en algunos municipios del Eje Cafetero, Valle y Amazonas, la tendencia es creciente. Antioquia registra el 19 % de los casos; habría que hacer un estudio de causalidades para determinar cuál, p.ej., es el impacto que ha tenido la confrontación armada entre guerrillas y paramilitares, entre sicarios de las varias bandas delincuenciales y entre los grandes carteles de la droga.
Hoy se sabe que el 80 % de los suicidas son hombres y esta es una nueva pregunta por responder. Es contradictorio que en la región más católica del país, temerosa de Dios, con un grupo familiar bastante compacto, con uno de los elementos humanos más afables, hospitalarios y abiertos del país, sean tan altos estos eventos, aunque no está definida una relación de causalidad entre el fervor religioso y la intención de suicidio. En el Cesar, donde esta modalidad voluntaria de eutanasia era poco frecuente, hoy es alarmante al incrementarse en 18 % entre 2016 y 2017. Hasta septiembre van 40 suicidios, de los cuales Valledupar aportó el 45 %, Aguachica 12 % y Gamarra el 10 %, lo que indica que en estos tres municipios ocurren más de los dos tercios de estos eventos; de mantenerse esta tendencia, al culminar el año tendríamos una tasa de suicidios de 4.0, acercándonos a la media nacional.
Tengo la percepción de que no se esté investigando a fondo este problema. Creo que la Secretaría de Salud del Cesar, en asocio con los municipios y el Ministerio de Salud, deberían abordar este tema y crear las estrategias puntuales pro vida para prevenir esta tragedia familiar no esperada; la medicina familiar sería una herramienta eficaz. Frente a tantos conflictos que vive el país, el suicidio es un pésimo mensaje para una sociedad. La pregunta de fondo es ¿qué está pasando? ¿Cuál es el perfil del suicida? ¿Cómo llegar a tiempo a las angustias del suicida?
nadarpe@gmail.com
Por Luis Napoleón de Armas P.