De niños concebimos en la mente y en el corazón quimeras que se convierten en una ilusión que desearíamos cumplir. ¿Qué quieres ser cuando grande? Es la pregunta obligada que recibe todo muchacho, algunos la tienen clara por el ejemplo de familia; el papá o la mamá marcan el derrotero; también sucede que por ejercicio y/o malas experiencias los padres nunca quieren que sus hijos sean lo que a ellos la vida les brindó, lo que les tocó ser como profesionales.
Futbolistas, ciclistas, médicos, policías, bomberos, maestros de escuela, son las más altas estadísticas en respuesta infantil. Hago alusión a este sentir, porque hace poco llegó a mis manos un reconocimiento de un organismo reconocido mundialmente que ha trabajado por muchos años como forjadora de hombres y mujeres de bien, líderes sociales que por generaciones les ha tocado demostrar esta verdad.
Me refiero a la organización mundial Scouts, capítulo Colombia. Tengo que reconocer que por simpatía esos sueños de los que hablo inicialmente, me cobijaron con el deseo de pertenecer a ella. Nunca se dio.
Este pergamino llega aludiendo a un líder natural de reconocida trayectoria que exalto como un amigo al cual se le debe admiración, cariño y respeto. El reconocimiento expresa que este líder optó desde sus tempranos años, vivenciar el estilo de vida scout y que esta decisión lo ha convertido en una persona con principios espirituales, que cumple sus deberes con la patria, ayuda a las personas en toda circunstancia, es digno de confianza, útil, cuidadoso de la naturaleza, trabajador y honesto.
Después de esto, es poco lo que queda por decir de este hombre que incursionó en los procesos políticos y se ha dedicado a servir. Me refiero a José Carlos Pérez Yancy, nativo de Pivijay, Magdalena, pero vallenato de corazón; profesional en Sociología, egresado de la UPC, y aquí me detengo a indicar que esto es el resultado de esa línea que ha trabajado siempre, el bien común, y por lo cual recibe reconocimientos, no solo de esta organización mundial, sino por toda una comunidad tripartita: Cesar, Magdalena y La Guajira.
Estos elementos, me refiero a los reconocimientos, son el derrotero que lo llevan a prestar su nombre para trabajar en representación de los egresados en el Consejo Superior de la Universidad Popular del Cesar, hoy acéfala de un liderazgo transparente, que sea representativo y desde luego vaya a gestionar en procura de sacarla adelante y sea el alma mater –madre nutricia de los estudios- de esta región Caribe, que sirva como el verdadero alimento a la comunidad científica que hoy está brillando por su silencio.
Esta tribuna hoy es para alentarlo y aplaudirle su trabajo. Su respuesta a esta evocación la esperaremos en los resultados con la universidad que tanto lo demanda. Solo Eso.