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Sonetos Vallenatos

EL TINAJERO

Por: José Atuesta Mindiola

En el marco del Encuentro de Escritores del Cesar, realizado en el biblioteca Rafael Carrillo Lúquez (13, 14 y 15 de abril), tuve el honor de presentar mi libro, Sonetos Vallenatos, y  la escritora Mary Daza Orozco hizo una exégesis de la temática y las características poéticas de mi nueva obra.

El narrador y poeta colombiano, Adolfo Ariza Navarro, ganador (2009) del  Concurso Internacional de Novela “Juan Rulfo” que se realiza Francia,  escribe:

“Este libro que comienza como una advertencia al silencio y un tremendo homenaje a la palabra, es un mosaico de realidades.  Me gusta la poesía.  Me encantan los libros de poemas, y no porque yo mismo me haya atrevido en el campo de los poetas, sino porque la vida, aún en las peores condiciones es poema y desafía a los poetas.  Le muestra sus imperfecciones, le enseña sus garras y ellos, atrevidos guerreros, o pobres huérfanos, tienen que atenerse a su escudo de palabras.  Sé que para José Atuesta este libro significa un reto a su oficio como poeta.  De hecho hay que entenderlo así.  No es fácil arar en las tierras del soneto, una trampa hecha a la siciliana para cazar felinos de alto voltaje.  Ha tenido grandes cultivadores este tremendo desafío al que muchos poetas  le hacemos el quite para no arriesgar la piel en lo que a veces por pereza y otras por incapacidad tildamos como una enorme camisa de fuerza.  Garcilaso De La Vega, Sor Juana Inés de la Cruz, Cervantes, Borges, Neruda, por dar algunos nombres.  Atuesta no se arredra, arriesga su quilla al viento en una actitud propia de los grandes pájaros.

Decía que me encantan los libros así, hechos a la manera imprevista en que se nos presenta la vida, como un mosaico de sorpresas que el lector puede enfrentar de la forma que mejor le convenga.  No hay que estar pendiente del hilo de Ariadna aunque navegues el mismo laberinto.  Puedes dejar el libro y retomarlo por donde quieras, por la primera o la última página; siempre, en cualquier recoveco, en cualquier frase, encontrarás al viejo minotauro, lo inesperado, lo inopinado, lo misterioso.  De la palabra se pasa al árbol (ese animal sedentario “cuyo oficio es la vida”…), al hombre (“con sus afanes de llenarse de muerte”), a la música, a la soledad, a los deseos, a la barbarie, a la vieja muerte; a la senectud, esa edad de los ‘nuncas’ inevitables a los que sólo nos queda acostumbrarnos, como argumentaba  Pushkin;  la edad en que “palidece el filo de la espuela”, al decir de Atuesta.

….Para terminar, tendría que decir, que si lo que esperaba el poeta era vestirse con el overol exigente del soneto para abarcar temas hasta el momento intocados en su poética –como la violencia reciente perpetrada por los grupos armados-, podemos decir que le sienta, que se le ve cómodo; que lo ha logrado, que no necesitará vestirse de luces para asistir a la gran gala de los buenos poetas”.

EL CIELO ES UNA METÁFORA

Un sofista cristiano dijo un día
con lenguaje florido en ritornelo:
metáfora es el infierno y el cielo,
sin fronteras en la cartografía.

No sé, si ese hombre sabio acertaría,
su respuesta, precisa y sin recelo;
a veces yo navego en desconsuelo;
pregunto, si es clara, esa alegoría

La morada de Dios y de los Santos,
es el cielo, predica el Evangelio
en los alcores de las Escrituras.

Para el que reside lejos de espantos,
sin la ocre guadaña de sacrilegio,
Dios vive en el alma y en las Alturas.

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