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¿Son las redes sociales medios de comunicación?: la controvertida libertad de expresión

El pasado martes el presidente tuiteó que el voto por correo en California era “sustancialmente fraudulento”. Twitter añadió debajo del tuit un enlace: “Estos son los hechos sobre el voto por correo”, donde se corregía la afirmación.

Así el periódico El País de España el  31 de mayo,  en nota titulada ‘Por qué el conflicto entre Trump y Twitter esconde una de las batallas de nuestro tiempo’ introdujo el tema de la libertad de los usuarios, que son los que dan contenido, en las redes sociales.

Estas se ofrecieron tan  generosas, asépticas y sin responsabilidad legal,  que “si un artículo amenaza de muerte a un ciudadano, el responsable es el propio periódico. Si esa amenaza se lanza en forma de tuit, Twitter no lo es”.

Pero las redes sociales, ante la presión de la ciudadanía y su  creativo uso masivo con consecuencias políticas ‘indeseables’ (desde la perspectiva que se adopte) han intervenido y ahora tocan al presidente de Estados Unidos por falsedad. 

¿Dónde está el límite de lo que pueden añadir o suprimir las redes? ¿Quién exactamente lo dice y cómo un usuario puede quejarse o denunciar? Si no son editores, deben limitarse todo lo posible. Pero, ¿cuánto exactamente? Si son editores, deberían asumir más el contenido, lo que haría inviable su negocio”.

Para las redes, la ley debe seguir como está. Pero, ¿cómo aseguran que son un lugar donde no reina el acoso, la mentira y el follón? Es un equilibrio insostenible y sobre el que discutiremos durante años. Probablemente no exista una política de moderación perfecta” (El País).

Un político como Trump necesita estas redes porque sin ellas su mensaje no llegaría de igual manera al electorado. La libertad para decir todo lo que dice sin filtro es esencial. En España, Vox (de extrema derecha) ha emitido un comunicado en solidaridad: “Asistimos con profunda preocupación a cómo desde las principales plataformas de redes sociales se viene vulnerando reiteradamente el derecho a la libertad de expresión al censurar muchos de los contenidos que tanto nuestros cargos públicos como afiliados están publicando”.

(…) A pesar de su poder, estas plataformas siguen siendo empresas privadas que deciden lo que cada usuario puede poner y, también, quién puede tener una cuenta. Facebook permite anuncios de políticos sin comprobar si son verdad y es más laxo con el discurso de políticos. Seguimos sin saber sus motivos ni consecuencias con transparencia, pero estas distinciones acercan a las plataformas a obrar como medios y decidir sobre el discurso”. “Qué quieren ser de mayores”, se pregunta El País de la mano de un experto.

Resaltamos la controversia porque siendo nosotros un medio tradicional, esas redes, que se insinúan como medios, absorbieron nuestra publicidad, la impresa y la digital que pretendíamos, pero también usan nuestra posición en la web y las redes sociales, y nos usan y remuneran como receptor de sus anuncios. Claro, EL PILÓN tiene 90.000 seguidores en Facebook, 105.000 en Twitter, 141.000 en Instagram y en un año, a abril, dobló las visitas a la web, de 400 mil a 857.000 usuarios únicos y registra 53.000 visitas diarias.

Categories: Editorial
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