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Somos una sociedad enferma

Ante el aberrante y macabro crimen de un angelito en Bogotá, los colombianos nos horrorizamos, llenamos de frustración, furia y dolor ante los hechos ocurridos, los cuales condenamos y exigimos una pronta y eficaz justicia para que todo el peso de la ley recaiga sobre el culpable del atroz asesinato.

Pero no es menos cierto que somos una comunidad que a pesar del asombro y dolor que nos causan crímenes tan canallas, nos hemos convertido en una sociedad enferma, que estamos más interesados y pendiente a los pormenores del suceso, los detalles del aberrante caso de forma morbosa y maquiavela sin importar el dolor de la familia y las consecuencia de esta noticia a las demás victimas de casos similares y a nuestros niños.

La prensa en su afán de informar revictimizan a los familiares, realizan un show mediático, llenan de pánico y angustia a los infantes, sacian el libido de estos degenerados y pervertidos sexuales y dan reconocimiento a los psicópatas ante la sociedad de sus acciones.

La noticia la debemos difundir, los colombianos y sobre todos los padres de familia debemos conocer los riesgos que corren nuestros hijos ante estos dementes, pero de forma mesurada y bajo otra óptica, analizando el aumento de la violencia sexual en el país, las medidas que se han tomado para combatirla y las acciones judiciales que se están adelantando contra estos individuos que garanticen y permitan su judicialización y condena.

Cada vez que ocurren estos hechos nos lamentamos, exigimos justicia y acciones para combatirlo, pero pasadas unas horas nos obnubilamos por conocer más los detalles del crimen que las actuaciones judiciales adelantadas para esclarecer hechos o condenar al homicida, pero el ámbito preventivo, correctivo y de las normas sustanciales sigue de la misma forma, lo que permite que se vuelvan a vivir situaciones similares.

Nuestros niños son el tesoro más valioso, el futuro de nuestra sociedad, no le dañemos su inocencia con estas informaciones, no hagamos que crímenes tan crueles se conviertan en su cotidianidad, dentro de los límites de su normalidad y que puedan tener acceso detallado de todo lo ocurrido.

Sigamos preservando su candidez, trabajemos por su protección, bienestar y por garantizar el respeto y disfrute de sus derechos, para que el futuro de este país sufra una transformación en sus manos, de lo contrario estaremos condenados a seguir siendo una sociedad enferma, condenada de manera sistemática a seguir viviendo estos actos aterradores y espantosos.

Por Diógenes Pino Sanjur

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