Nuestro país tiene 4,5 millones de habitantes que viven en condiciones de miseria, pero estamos avanzando en la búsqueda de la dirección correcta para enfrentar el más importante desafío de nuestra sociedad: erradicar el hambre y la pobreza extrema. Sentimos que avanzamos a una velocidad que no es la mejor especialmente por el nivel de desarrollo en el que nos encontramos. Siguen siendo abismales las brechas entre las ciudades y el campo. La pobreza en las zonas rurales muestra la escandalosa cifra del 41 por ciento en notable contraste con el área metropolitana, que es del 13 por ciento.
Quibdó es la capital más pobre del país, seguida muy de cerca por Riohacha, Santa Marta, Florencia y Cúcuta. Su esperanza y las claves para mejorar son la generación de empleo de calidad, la redistribución del ingreso, vivienda, tecnología y los subsidios controlados del gobierno a las personas en condiciones de vulnerabilidad. A lo anterior debemos sumarle, con acciones y resultados, estrategias de choque para la educación secundaria y la salud, la seguridad alimentaria y el acceso a la banda ancha, como una de las máximas prioridades, y esta podría ser una de las mejores inversiones para el futuro. Además, debemos reducir la mortalidad infantil, combatir las enfermedades evitables y mejorar la salud materna. Las personas con mayor prosperidad suelen estar más sanas, mejor alimentadas y más instruidas.
Nuestro país aún no garantiza su sostenibilidad ambiental donde la deforestación y la insuficiente protección de los recursos naturales, son dos de los grandes lunares en el plano ecológico. Tenemos que entender que los llamados proyectos “verdes” son buenos negocios en la búsqueda de nuestra autonomía. En Colombia la equidad de género avanza en forma lenta, pero la desigualdad laboral, la violencia contra ellas, la participación en política y en la toma de decisiones, siguen en deuda de manera evidente.
Hoy, los colombianos podemos mostrar logros importantes en el cumplimiento de las metas de desarrollo que se firmó ante la ONU con otros 189 países para tener un mundo más pacífico, más justo y más próspero para 48 millones de compatriotas. Estamos en la obligación de terminar la tarea empezada con políticas y acciones concretas que nos permitan reducir los grandes espacios que afectan a millones de personas en temas tan vitales como la educación, el ingreso, la equidad y la salud.
No estamos para encender las velas y agitar pañuelos blancos, pero vamos mejorando con resultados medibles. Hoy, según el Banco Interamericano de Desarrollo, el 55 por ciento de la población colombiana ¡ya pertenece a la clase media. Somos un país más habitable. Somos un país de clase media.