X

¿Somos un desastre?

Hoy el país se encuentra conmocionado por la tragedia humana y ambiental de la ciudad de Mocoa, sin embargo estos eventos ambientales casi siempre terminan olvidándose; y por lo general se repiten en todas las poblaciones alejadas de nuestra nación, a causa de la desidia, amnesia, pereza, prepotencia o como se llame la aptitud que asumen los funcionarios encargados, a la hora de tomar decisiones y emprender acciones de recuperación en sectores de alto riesgo.

Quienes asumimos un rol de activismo frente al tema ambiental y a pesar de ser reconocidos, en ocasiones hemos sentido como se vulneran nuestros derechos, por algunos funcionarios públicos que buscan manipular a conveniencia las actividades que desempeñamos como veedores; y aunque solo buscamos alertar a los entes territoriales por conocimiento de causa efecto y de manera reiterativa, sobre las amenazas que visionamos, en ocasiones se nos considera fatalistas y se nos hace a un lado cuando advertimos el riesgo y peligro venideros, es más, casi siempre nos ignoran con risas.

Al escuchar la historia del médico en Mocoa que sembró un bosque de más de cinco mil árboles y que salvó muchas vidas, es cuando se resaltan estas labores de manera heroica, pero como el mismo médico afirma “me trataban de loco”, hoy comprobamos que las pequeñas acciones en la causa ambiental, mañana se ven reflejadas en bienestar para cientos de personas. Es fácil salir a echar culpas y señalamientos, pero en realidad estos eventos reflejan la falta, no solo de una política ambiental seria, sino también la falta de compromiso de los funcionarios públicos que ignoran y desatienden los preavisos de quienes perciben y calculan las tragedias.

Hace unos días subí a la Sierra Nevada de Santa Marta, por el sector de Chemesquema y más arriba, mucho más… me duele ver como la erosión se está extendiendo de manera dramática, sobre carga animal en algunas áreas; y encontré quemas o las llamadas socolas, que perturban la sostenibilidad de una reserva mundial, que hoy por hoy se degrada de manera silenciosa. Dolorosamente quienes más causan estos estragos son los pobladores de la montaña (indígenas y colonos), no es drama, pero la erosión ha llegado a puntos insospechados, y aún sigo en mis mismas reflexiones.

Hoy lanzo una pregunta de modo intuitivo, esperando una respuesta interna: ¿Somos un desastre los humanos?

Tengo respuestas de todos los tamaños, colores y olores, y Sí somos desastrosos… Los desastres de cualquier índole, casi siempre vienen acompañados de avisos previos, que por lo general son ignorados, los procedimientos administrativos, suelen ser supremamente engorrosos y paquidérmicos, en ocasiones se le da prioridad a otros asuntos para cubrir la tragedia que no alcanzaron a detener; y si bien es cierto, la naturaleza es sabia y se sabe defender, no lo es tanto cuando los hombres actuamos de manera abusiva y alteramos a nuestro antojo muchas condiciones de la naturaleza.

Aunque fue dramática la tragedia que golpeó a Mocoa, un reducto de bosque amortiguó el alud y salvó a todo un barrio, un bosque que se sembró durante 30 años y salvó medio Mocoa, los arboles actuaron como ‘barrera natural’ y evitaron un mayor impacto de la tragedia.

Los fenómenos naturales son cíclicos, al igual que las tragedias, pero nosotros nos confundimos y presumimos que estas situaciones nunca se nos pueden presentar en la puerta de nuestra casa. Es lamentablemente que tengan que ocurrir estas tragedias para recordar que somos un desastre en la toma de decisiones y aunque esto no es lo único que nos debe movilizar, tampoco lo deben ser las emociones o momentos catastróficos.

Por Miguelángel Sierra

@biosierra

Categories: Columnista
Miguel Angel Sierra: