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¡Somos los más pobres! Singapur 1965

Singapur en la década del 60 era una de las naciones más pobres del mundo. Estaba en una situación paralela a Colombia en aquellos momentos. Mientras en la actualidad aquella es la cuarta potencia del mundo, las imágenes y videos de muchos connacionales ingresando inclusive por los ductos del estadio gringo ratifican nuestra mala racha. Por si fuera poco, el DANE muestra a Valledupar como la segunda capital con mayor pobreza, superando ampliamente el histórico descalabro de Riohacha.

Singapur tuvo claro que se requería de un plan a largo plazo, que superara los cortos tiempos de una presidencia y con ello una década después empezaron a disfrutar los frutos de dicha decisión. Este plan se basaba en cuatro ejes: lucha contra la corrupción, libertad económica, reforma del sistema de salud y reforma educativa. Aspectos que, por lo menos en el último medio siglo, protagonizan los discursos de dirigentes colombianos y que “el (último) cambio” ha popularizado aún más. 

Las cifras de nuestro gobierno nacional hace muchos años dejan tanto que desear que con frecuencia se habla de “un estado fallido”. Inclusive hay unos análisis y estudios exhaustivos con cifras claras: la corrupción compromete entre 13 y 93 billones de nuestros recursos. Fracasó el neoliberalismo con sus reformas, tratados de libre comercio y otros programas que aumentaron la brecha entre ricos y pobres, el sistema de salud es un desastre sin solución a la vista y el presidente acaba de concluir que nuestra educación es un fracaso. 

También observamos que hay un silencio extraño en muchos de los que sirvieron de megáfono para replicar cómo nos abudinearon el dinero perdido con Centros Poblados. Aún no hay un calificativo para los más de $90.000.000.000 que se perdieron en la UNGRD. A diferencia de momentos anteriores son los medios “vendidos” los que nos informan sobre los desmanes actuales. El martes se reportó la denuncia al plan piloto del cambio de salud de los maestros, y la acusación contra FOMAG; apenas asoma el iceberg de Colpensiones y estamos viendo cómo se desenvuelve la película del cambio de Aurora Vergara cuya magnífica hoja de vida no la eximió de caer en prácticas non sanctas como lo sucedido en la designación del nuevo rector de la UNAL, o lo que nos detalla la Silla Vacía sobre los activistas designados en todos los Consejos Superiores de las universidades públicas. Imagino que con el nuevo ministro solo se magnificará esta situación.

Si así es en el gobierno nacional, a nivel local la primera pregunta que surge es ¿qué responsabilidad asumen nuestros dirigentes? El grupo que lleva más de 20 años en la gobernación, los diferentes alcaldes que ampliaron el hueco, las familias entronizadas no solo en el Congreso, en la Asamblea y los concejos municipales, sino también en los diferentes gremios e instituciones que de una u otra manera inciden en las importantes decisiones del departamento y la ciudad: Cámara de Comercio, Comfacesar, Fenalco, Área Metropolitana, la inexistente proValledupar y por supuesto los poderosos gremios como Fedegán,  Fedearroz, las instituciones educativas, especialmente las de educación Superior y etc., etc.

Tarde o temprano retornamos al olvidado sistema de valores y la (falta de) ética que no distingue entre ideologías o tendencias religiosas o políticas. Tendríamos que revisarlos y mirar qué verbo diferente a refundar o cambiar funciona para que no pasen otros 20 o 50 años y sigamos repitiendo las mismas ideas mientras las brechas se vuelven abismos infranqueables.    

Por: Cenaida R. Alvis B. 

Categories: Columnista
Cenaida Alvis Barranco: