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Que sólo piten los acordeones

Somos conscientes que hay conductas admitidas para cada uno de los espacios que compartimos en una sociedad. Entonces ¿tendremos en Valledupar adecuados comportamientos en las vías públicas?

Aquí la familia juega un papel importante, sus enseñanzas fueron guías para comportarnos apropiadamente en una comunidad, teníamos que seguir ciertas reglas mínimas de conducta, lo que muchos de nuestras madres, padres y profesores llamaban la Urbanidad de Carreño.  Gracias a esas buenas enseñanzas, aprendimos como tratar a las personas con respeto, entre otras.

Ahora somos adultos y seguro que muchos practicamos lo que se nos enseñó cuando éramos niños, pero seguramente nadie nos enseñó que a la hora de manejar un vehículo, también debemos seguir unas normas legales, por ejemplo ir a una velocidad permitida, ponernos el cinturón de seguridad, esperar el cambio del semáforo sin pisar la cebra y nunca pasarnos un semáforo en rojo o en amarillo, no sólo para evitar accidentes de tránsito, sino porque nos asiste la responsabilidad de autorregularnos, para ser mejores ciudadanos cada día.

Vemos en las vías, acciones que desdicen de la armonía y la cultura ciudadana, especialmente cuando se conduce, muchos gritan, insultan, irrespetan, hacen maniobras que interrumpen el tráfico y comportamientos que reflejan conductas violentas, abusivas y alejadas de la convivencia.

Luego de esta reflexión, voy a referirme puntualmente al ruido que generan los pitos de los carros y cuál es su efecto multiplicador. El pito de un carro genera 110 decibeles (Db). La Organización Mundial de la Salud (OMS), cita que el oído humano pude tolerar 55 decibeles, sin producir ningún daño, ruidos mayores a los 60 decibeles pueden provocarnos malestares físicos, esto realmente es un problema de salud pública. Además precisan que si una persona se expone durante mucho tiempo a más de 85 decibeles puede incluso correr riesgos cardiovasculares.

Nos asiste el deber ciudadano de tener adecuados comportamientos en la vía pública, que muestren nuestra educación y cultura ciudadana. Y lo más importante, sin duda, es que pitar no resuelve los problemas y el caos vehicular. Pitar contamina el ambiente, genera graves riesgos a la salud. Por esto, usa el pito de tu carro sólo en momentos que en realidad se necesite.
Si entre todos colaboramos, la movilidad vial será menos estresante y caótica. Preguntémonos si nuestros comportamientos en la vía, nos muestran como buenos ciudadanos.

Por Carmen Alicia Rivera Medina

 

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