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Solo intereses comunes

No existen aliados en el arte de gobernar solo intereses comunes. (Frases de películas). En los procesos democráticos la participación política puede identificarse como un principio de madurez de la actividad política, sin embargo, la realdad muestra otra cosa, pues, la imagen de los partidos políticos es rastrera y el voto de opinión inexistente; en contraste, siguen al alza el predominio del personalismo y la promiscuidad política, gestando un debate electoral en el cual las ideas y el material propositivo son secundarios y primigenio e importante la contienda entre bandos.

En Valledupar debemos ponerle lupa a lo que se ha constituido en una forma de hacer negocio: el montaje de una campaña política, para luego desmontarla con el fin de adherir a la campaña que tiene opciones de ganar. En el mismo sentido tenemos el esguince a la norma caracterizado por la inscripción de proyectos políticos mediante firmas. La ciudad no está por fuera de la zozobra, el presente es agridulce y el futuro incierto, la polarización, los escándalos de corrupción y la desaceleración económica, son condiciones dañinas para la estabilidad institucional, adversa para la gobernabilidad y desastrosa para la generación de confianza. Estas circunstancias han mutado en un virus resistente, porque la medicina o el antídoto lo esconden los hombres que dirigen las instituciones, para beneficiar y favorecer sus intereses.

El juego de tronos criollo con miras a las elecciones de octubre, abrió la hendija para las alianzas como fórmula que disimula el desprestigio, asimismo, el frágil liderazgo y la inexperiencia en administración pública. Aunar fuerzas es una jugada que orienta la búsqueda del poder como propósito, sustentada en la inverosímil identificación programática, pero que en términos concretos no articula ni estructura soluciones a las problemáticas socioeconómicas de Valledupar; no obstante, los resultados de una encuesta encienden el debate, cavando un profundo hueco al debate de las ideas y de las propuestas, emplazando el proceso proselitista hacia la confusión por conveniencia de retórica por propuesta, con argucias inherentes al colorido y al folclorismo.

La actividad política en el país requiere de altas dosis de decencia, ¿cómo conseguirla? es un interrogante complejo que cada vez se acrecienta dada la descomposición del núcleo familiar, a la ascendente desigualdad y, sobre todo, por la participación de dirigentes carentes de valores, principios, liderazgo e inexperiencia en el sector público y privado.

Muchos seres humanos a lo largo de nuestras vidas somos guiados por las historias de grandes líderes, como Gandhi, Martin Luther King y Nelson Mandela, sin embargo, no nos detenemos a analizar con mayor detalle lo que hicieron y dijeron, para entender que el liderazgo no se trata de acciones épicas sino de las decisiones que tomamos en nuestras vidas cotidianas. Lina de Armas y Alfredo Saade, precandidatos a la alcaldía de Valledupar, perdieron o vendieron una gran oportunidad, a los dos los insté a hacer parte de una lista a Concejo, para que desde ese escenario materializaran sus controversias, forjaran liderazgo y si fueran capaces dignificar la corporación. El entramado y la básica cuantitativa de la actividad política determinan que entienda las razones por las cuales el candidato “mello” Castro, aceptó la alianza con Alfredo Saade.

Más allá de las alianzas está lejos el momento de hacer lo que parece imposible, virar los intereses hacia la ciudad, ese acuerdo es prioritario para la clase política y la ciudadanía en general, si no actuamos con determinación, coadyuvaremos en el proceso progresivo de hacer inviable a la ciudad y condenándola a la valoración de ser un pueblo grande.

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