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¿Solo en Medicina abusan de estudiantes en posgrados?

Por el suicidio de la residente de Medicina Catalina Gutiérrez, supuestamente sometida a abusos de profesores en su especialización en la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá, han sido muchos los señalamientos a los médicos – docentes en estos posgrados.

Es grave también para Colombia la baja oferta de plazas a especializarse y el tráfico irregular de cupos para especialización en Medicina que alcanzan hasta los $100 millones.    

Segú la revista virtual Invox Medical, una vez que se ha completado la carrera universitaria de Medicina, el siguiente paso es especializarse en una rama concreta, como pediatría, cirugía, cardiología, entre otras. 

Durante el periodo, los médicos residentes tienen la oportunidad de aplicar los conocimientos adquiridos en la universidad a situaciones reales en hospitales y centros de salud y de aprender de forma práctica las habilidades para ejercer su especialidad. Todo ello bajo la supervisión de médicos especialistas que les guían y les enseñan las técnicas y procedimientos necesarios para el diagnóstico y tratamiento de pacientes, afirma la revista.

Desde la muerte de Catalina los medios han revelado con detalles tan lamentable hecho. La joven de 27 años se suicidó aparentemente porque estaban abusando de ella, en los turnos.

Seguramente este no ha sido el primer caso de abuso del docente para reducir a un estudiante a sus pretensiones. Son múltiples los casos denunciados por residentes. 

Se dice que hay profesores que crean sus propias metodologías para evaluar a los estudiantes o pedagógicamente emplean técnicas inadecuadas o caducas como “la letra con sangre entra” o trabajos repetitivos sin ninguna práctica, etc.  

¿Pero, esa clase de vejámenes suceden solo contra las mujeres?  o ¿también los muchachos? Se denuncia que algunos docentes especialistas abusan de su condición de subordinación para intimidar a sus estudiantes, hasta en el plano de acoso sexual.

Para dar más luces de la problemática, tengo un familiar que hacía una especialización de Medicina Interna primer año y un día llamó a su papá y le dijo que se iba a retirar porque dos profesores lo tenían recargado de tiempo y trabajo.  Salía de turno en la medianoche y lo convocaban para las dos de la madrugada. Le pedían informes escritos y prácticos cada media hora y para colmo los descansos eran de una hora.

El papá fue a la clínica, encaró a los docentes y les exigió moderación o llevaba el caso a los directivos de la universidad. Al final el estudiante reanudó sus estudios y el comportamiento de los médicos mejoró. Pero, esto ¿ocurre solo en medicina?, no. 

La problemática es más de fondo que de forma. Durante una maestría o doctorado en Derecho, Economía, etc., hay denuncias de estudiantes de universidades públicas y privadas que indican que los abusos suelen ocurrir desde el pregrado, por docentes que ponen en práctica métodos de enseñanzas no acordes, sin avalar las verdaderas técnicas y estrategias que debe usar para distribuir el conocimiento. 

No todo médico ni profesional es un docente como tampoco todo docente es un vetusto investigador. 

Esa dicotomía es discutible, pero las universidades tienen su responsabilidad de la idoneidad del maestro.

Se está haciendo costumbre en algunas universidades públicas y privadas que el primer día de clases el docente intimida a sus estudiantes indicándoles que “a mí solo me pasan cinco en el semestre, los demás se rajan”. Otros nunca cumplen los horarios de clases ni respetan el calendario académico.   

El colmo de algunos docentes en pregrado y postgrado es que durante el semestre van a clases dos o tres semanas y al final exigen al estudiantado el tiempo completo. Hay mucho que mejorar en educación universitaria. Hasta próxima semana,

Por Aquilino Cotes Zuleta

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