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Solamente para tus ojos

Por Leonardo José Maya

Quiero escalar las escarpadas cumbres del kilimingo, escurrirme en sus laderas soportando sus vientos eternos y llegar a la cúspide de sus nieves perpetuas, encontrar allí la preciosa  flor esquiva que solo se abre ante el perfume de una mujer linda, traerla a tus manos, conservada en su clima para que se abra ante tus ojos divinos.

– ¿Y esa flor existe?
– Si, la he inventado yo solamente para tus ojos.

EL HOMBRE QUE ESPERA

En tiempos pretéritos, en Anatolia, la antigua, justamente frente al mar de Mármara, un amante espera en el puerto. Ha bañado su cuerpo en finas esencias y perfumes y ungido sus cabellos en aceite de almendras, allí la espera con perfumadas flores de lirio en las manos, el corazón agitado y mirando a lo lejos, ataviado con su túnica púrpura, su más preciada vestidura.

Los albatros se asustan por el deambular desesperado del hombre que espera, los lirios se han marchitado en sus manos pero la fragancia se intensifica con el paso del tiempo, y él lo sabe desde siempre. Las aves marinas se asustan día a día pero ellas no son las mismas. Han pasado miles de generaciones de albatros mirando al hombre que espera, sin paz y sin calma.

Dicen que este hombre no existe, que es una vieja leyenda inventada por los marineros para conmover las mujeres con inventos de amor, otros tienen una versión diferente.

Aseguran que es la creación de algún novelista moderno inspirado exactamente en las mismas razones de los marineros del mar de Mármara.

FLOR DE OLVIDO

Sé, y lo sé muy bien, que no te has ido del todo, por eso aquí planté mi tienda de campaña a la vera del camino por si pasas por aquí. Estoy en guerra contra el olvido, he dispuesto la música de países lejanos que tanto te gusta, canciones de valientes marinos que parten de los puertos con lágrimas en los ojos por tristezas de amor.

Por si volvieras, atizo el fuego cálido que  apaciguará tu frío y mantengo tibia la cena que espera por ti, aquí estoy, guarnecido de esperanza y vino tinto original de la Grecia antigua que avivó nuestro idilio, te aguarda agua cristalina de los manantiales de la eterna felicidad y tengo para ti infusiones de loto, la flor del olvido. 

¡Por si te han lastimado cuando te alejaste de mí!
 

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